Los Boletines de Calificaciones
Mensualmente, o cada dos o tres meses, las familias reciben un informe con las calificaciones o notas, donde el docente, de común acuerdo con la Dirección, especifica y comenta la actuación del niño o la niña en los aspectos académicos, sociales y de crecimiento personal.
Actualmente, las instituciones escolares tienden a la calificación por “conceptos”, en los primeros años y pasar a la calificación por “notas”, en los últimos niveles, como preparación para el sistema que se emplea en el siguiente nivel de Secundaria.
En cualquier caso, los Boletines deberían basarse en el principio que, las calificaciones, para ser útiles referencias para la familia, deben estar acompañadas de explicaciones claras que indiquen con exactitud qué parte del proceso educativo debe mejorarse, o se considera aceptable, para el nivel que corresponda.
No solamente debe especificar que un escolar es excelente, bueno o insuficiente en alguna asignatura o actividad, sino que se debe aclarar en qué área se destaca o necesita mayor concentración, incluyendo su actitud en los estudios, hacia sus compañeros/as y como individuo en sociedad.
Durante los primeros años de escolarización los conceptos de los Boletines se basan especialmente en la apreciación psicopedagógica de la vinculación social del niño o niña con el ambiente escolar, sus compañeros/as, los docentes, el lenguaje que emplea, y analizan las principales características de su personalidad, cómo se adapta y cómo reacciona ante estas novedades de su vida.
Los Boletines informan también sobre ausencias y llegadas tarde. En muchísimas ocasiones, este simple hecho de llegar tarde que para el adulto acompañante finalizó en la puerta de entrada de la institución, se transforma en el inicio de una serie de circunstancias que pueden llegar a conmover internamente al niño o la niña, en una proporción que varía según la edad y características personales.
Cuando un escolar entra fuera de hora a su salón de clase, se enfrenta a algo que, según su forma de ser, su sensibilidad, su timidez, etc., lo afectará en mayor o menor grado para el resto de la jornada escolar.
Entrar en el salón de clase cuando sus compañeros/as y el docente ya iniciaron la actividad, se ha presentado un tema o repasado cosas anteriores, se está trabajando en actividades prácticas y se dieron las consignas, o no hay nadie en el salón porque el grupo está trabajando en alguna tarea extracurricular en otra parte de la institución, puede provocar una desorientación tan grande en ese escolar que llega tarde, que afecte su atención y altere su capacidad de captación y razonamiento por varios minutos, o durante el resto de la jornada escolar.
La responsabilidad de inculcar el hábito de la puntualidad en la entrada a un centro escolar, es exclusiva de las familias y, en esto, la institución sólo puede insistir para que se cumpla.
Las consecuencias afectivas que esto puede ocasionar en los escolares son variadas y ellos las sufren según su propio grado de aceptación y recuperación ante las circunstancias adversas.
Por esta razón, no deben considerarse como infundados los reclamos que los chicos hacen a sus familiares para que los lleven en hora a la escuela, o los retiren con un margen prudencial posterior a la hora de salida (porque la ansiedad que puede llegar a sufrir un escolar cuando ve que se va quedando solo/a sin que nadie lo venga a buscar, es un sufrimiento innecesario).
Al recibir el Boletín de Calificaciones, las reacciones en la familia suelen tener pintorescas y tradicionales versiones que van, desde las “caras largas”, hasta la adquisición de costosos equipos computarizados, como premio por los logros. Lo que sí se comprueba con frecuencia desde la institución escolar es una inconfundible y generalizada actitud, por parte de los integrantes del núcleo familiar: se le da demasiada (y, a veces, excesiva) importancia a las notas.
Y ante esta forma de pensar, que podría tipificarse como de “transmisión genética”, no hacen mella ni siquiera las fundamentadas y coherentes explicaciones de docentes e integrantes de la Dirección.
Cuando un maestro, ya sea en un Boletín de Calificaciones o personalmente, critica las actitudes, rendimiento o conducta de un escolar, a veces sucede que a los padres y madres les cuesta “leer u oír bien”, es decir, comprender con claridad lo que ese docente está diciendo, porque les parece que ese maestro o esa maestra está hablando mal de alguien que les toca muy de cerca (y eso para muchos es inaceptable).
Las notas son una simple guía que le da a la familia una idea del punto de vista docente sobre lo que el niño o la niña manifiesta en ese círculo social tan específico que es la escuela.
No sirve de mucho que un padre o una madre argumenten al docente que tienen documentos que indican el altísimo coeficiente intelectual de su hijo/a, si no manifiesta esas cualidades intelectuales en el ambiente escolar.
Las notas reflejan, con mayor o menor justicia e imparcialidad, cómo son los escolares y cuál es el nivel que ellos muestran en la institución.
Si bien es cierto que muchas notas pueden ser producto de decisiones que no tienen que ver estrictamente con el aprovechamiento o el rendimiento del escolar y reflejan posturas personales del docente de turno con respecto, por ejemplo, al contenido de un Programa, lo que se debe buscar siempre es que los escolares no pierdan esa condición típica de la infancia donde hay una natural disposición a descubrir, penetrar en el conocimiento de las cosas y utilizar al máximo su imaginación y creatividad.
Cuando se le da mucha o demasiada importancia a la nota obtenida, se está dando un paso para que se comience a perder el placer de aprender cosas nuevas y se pase a tener que mejorar por la obligación de aprobar (un punto de vista muy común en el ciclo de enseñanza Secundaria y Universitaria).
Comentarios que aún pueden leerse en los Boletines, tales como: “debe rendir más”, “debe esforzarse más aún”, o “se esfuerza”, “sigue adelante” no solo reflejan un criterio docente de dudosa profesionalidad, sino que, a la familia, no le indican absolutamente nada sobre la opinión institucional acerca de las características personales del escolar en su actitud académica y social.
Los Boletines deben ser un indicador de las manifestaciones intelectuales y sociales de niños y niñas en el ámbito escolar y, a través de comentarios específicos, destacar en qué áreas o disciplinas se aprecian carencias o rasgos sobresalientes.
La sugerencia a las familias de considerar el Boletín de Calificaciones como una guía útil de las manifestaciones del niño en la institución escolar, sin excederse en la importancia que se le conceda a las notas, puede ir acompañada de lo que el educador José Antonio Ortega decía con referencia al aprendizaje: “un buen alumno aprende con un buen maestro, con un mal maestro y, a pesar del maestro.”