Las Reuniones de Padres

Las Reuniones de Padres son, en la gran mayoría de los casos, citas formales donde la institución comunica a las familias sobre el funcionamiento del centro educativo, la política institucional con relación a uno o varios temas, hace entrega de boletines de calificación o se recibe la visita de destacados presentadores sobre temas de interés para padres y madres.  Al final, se abre un espacio de preguntas y se aclaran puntos que necesiten ampliación informativa.

Estos encuentros son programados y avisados con la debida anticipación, para lograr una máxima asistencia. De todas formas, generalmente se comprueba que un número considerable de integrantes de las familias que, por diversas razones (horario, compromisos laborales o familiares, etc), o porque sistemáticamente lo hacen, no concurren con la necesaria frecuencia a estas reuniones.

Las instituciones generalmente comprueban dos cosas: que la asistencia de  padres y madres es mayor cuando hay algo importante en juego, por ejemplo, la entrega de boletines de calificación, y que las familias con hijos/as conflictivos/as no asisten cuando el tema está relacionado con aspectos de conducta en general o con un grupo en particular.

Son diversos los motivos que llevan a un centro escolar a programar una Reunión de Padres: comienzo de cursos, información sobre novedades (académicas, deportivas, etc), problemas surgidos en un grupo, cambios en la política interna de la institución, información sobre planes a corto y largo plazo, o presentación de oradores invitados que tratarán un tema de interés (conducta, sexualidad, nutrición, etc.).

Este tipo de reuniones generalmente forma parte de los objetivos planificados por la institución con referencia a la relación familia-escuela.

La forma como se desarrollen las reuniones de Padres puede dar pautas para saber cómo es la política institucional con respecto a la intervención familiar en los asuntos escolares.

Como expresa el psicólogo español Vicenss Arnaiz Sancho, director del Servicio de Atención Temprana de Menorca, en su artículo: “Los padres en la escuela infantil. ¿Clientes o Cooperadores?”:

“...A los padres se les recibe con un listado de normas y obligaciones para que todo “esté claro” desde el primer día, y así los padres sabrán “qué deben hacer”.

Asimismo, presuponen la incapacidad de estos para entender y valorar los objetivos y recursos educativos y considerar que su papel debe ser el de cumplidores de las normas acordadas por la institución.

En el plano educativo, se les suele encomendar el rol de comparsas de las actividades escolares: que ayuden o recuerden a los niños que deben llevar a la escuela tal o cual material y ¿por qué no? que repasen en casa los temas tratados en el colegio.

Las reuniones de este tipo son meramente informativas. El docente de turno habla para informar a los padres de una serie de objetivos y de la trascendencia que posee este hábito o aquella rutina, sobre todo no “mimarlos” o consentirlos porque estropean la labor que se realiza en la escuela. También se informa de los conflictos o dificultades que presentan los niños como argumento para convenir fácilmente el abandono, el desinterés o la sobreprotección de los progenitores de esos niños.” (11)

Según se desarrollen estas Reuniones, los padres tendrán una idea sobre la filosofía institucional con respecto a la relación familia-escuela y si ésta da más énfasis a:

  • cuidar a las familias como clientes,
  • mantenerlos a distancia para que no interfieran en el funcionamiento de la institución, o 
  • crear un clima de cooperación entre ambas partes para trabajar en torno a la calidad educativa, en un tono afectuoso que permita a  padres y madres contrastar las decisiones tomadas por ellos con las opiniones de expertos en el tema, como son los docentes y educadores.

Por último, durante el desarrollo de estas reuniones, es conveniente que los integrantes de las familias recuerden tres puntos importantes:

  1. evitar un excesivo protagonismo en la expresión de opiniones, porque afecta el fluido desarrollo de la reunión y la puede extender excesivamente. Además, crea un sentimiento de antipatía y desagrado en el resto de los asistentes.
  2. evitar la reiterada referencia a casos personales, cuando se habla de un tema general: “mi hijo tiene..., mi hija es....”, etc. Cuando un padre o una madre aluden con frecuencia a su hijo/a al opinar sobre distintos puntos, resultan obsesivos y fastidiosos para los otros asistentes.
  3. evitar, también, la repetida actitud de silencio, sin expresar aprobación o desaprobación hacia los temas de discusión, porque no aporta el necesario punto de vista familiar que tan importante resulta para los distintos integrantes de la institución.

Hugo Valanzano Falero

Docente universitario. Licenciado en Biblioteconomía. Docente de Inglés Técnico. Postgrado en docencia universitaria.

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