La Perspectiva de la Educación en el Siglo XXI

La mayor parte de lo que se conoce sobre enseñanza y aprendizaje resultará poco apropiado en un futuro muy próximo.

En los últimos 500 años la enseñanza y el aprendizaje se han basado en información proveniente de libros, es decir,  en información impresa. Este hábito de estudio y de transmisión de conocimientos a través de publicaciones impresas no se transfiere muy bien al mundo de información digital. La enseñanza y el aprendizaje “en línea” (on line) es tan diferente que, para empezar, no presenta la tradicional diferenciación entre maestro y alumno.

El paso de lo impreso a lo digital implica ir de algo fijo a algo en constante cambio y, además, con el agregado que lo último, lo más cercano al presente en materia de información se convierte en lo más útil y confiable y, por lo tanto, lo más valioso.

Ya no se tratará de enseñar un conjunto de conocimientos fijos que se repite por generaciones, sino que los profesionales del futuro tendrán que buscar, actualizar y utilizar la información que diariamente se maneja a nivel mundial a través de distintos medios informáticos.

Los trabajos que se realicen, las investigaciones sobre diferentes temas, etc., podrán ofrecerse y venderse  a los interesados a través del mundo digital, sin tener que pasar por los pasos tradicionales de edición, publicación, publicidad, etc. También se podrá enseñar a través de la red mundial digital y ofrecer un curso, constantemente actualizado, a estudiantes de cualquier nivel  en todo el mundo.

Al mismo tiempo, ese mismo docente que ofrece sus conocimientos al mundo se está actualizando, está aprendiendo de otras fuentes, por lo que también él es un aprendiz, un alumno. Este proceso llevará a la desaparición de la diferenciación maestro-alumno, ya que ambos comparten la información de forma similar.

Y todo esto podrá hacerse desde un sitio que puede ser la propia casa, sin necesidad de tener un edificio específico para la concurrencia de estudiantes.

Algunas familias pueden sentirse afectadas por tal revolución en la Educación y, con mayor o menor dificultad, intentarán adaptase a estas modificaciones en la forma de concebir la formación académica futura de los niños y niñas de este siglo. Por otra parte, ya hace mucho tiempo que las estructuras y estrategias de enseñanza-aprendizaje han permanecido inamovibles.

Juan M. Sancho Gil, del Dpto. de Didáctica de la Universidad de Barcelona destaca en su artículo sobre “La comprensión de las problemáticas de la educación escolar” (Rev. Aula, No. 67, Dic. 1997), que “la aparición de la educación formal como una institución de carácter propio, como una profesión y como un derecho y un deber para todos, es producto de la Edad Moderna, pero la mayor parte de las técnicas escolares, todavía hoy vigentes, se desarrollaron entre los años 1500 y 1650: instrucción basada en el libro de texto (Erasmo); participación cultural a través de las letras (Lutero); textos diseñados para popularizar los conocimientos más útiles (Elyot); avance por grados basado en la demostración de los logros obtenidos (Melanchton); motivación competitiva (Loyola); agrupación por edades  según una secuencia curricular (Sturm); división de los temas en secuencias (Ramus); libros de texto y manuales de autodidacta (Ascham); los docentes tienen que adaptarse a las diferencias individuales (Mulcaster); diseño didáctico de asociación de ideas con imágenes (Comenius).  Todos estos reformadores utilizaron la imprenta para difundir sus ideas.”

Seguramente, la tecnología del futuro guiará sus pasos hacia el gran mercado de la Educación y los medios televisivos se unirán a las ofertas que se ofrecerán a estudiantes de todo el mundo, al igual que revolucionarios avances en las transmisiones computarizadas, tales como el uso del tacto y el olfato en los monitores, por ejemplo, harán que el salón de clase del futuro sea muy diferente al de los últimos 500 años.

La enseñanza virtual, a través de Internet, incrementa día a día el número de matriculados que acceden a esta forma de estudio desde sus hogares.

Este sistema de docencia virtual, que se adapta al perfil de cada usuario, ofrece una extensa variedad de posibilidades: tutorías en línea, salas o foros de debate y reuniones, cartelera de anuncios, preguntas de alumnos y respuestas de profesores, autotests, exámenes, intercambios directos con profesores, intercambios directos con otros alumnos, buzones internos para intercomunicaciones, etc.

El alumno, al ingresar al sistema, va siendo guiado mediante páginas web, a través de un menú con opciones personalizadas. A continuación, el usuario recibe una contraseña de uso personal para ingresar al área privada donde podrá realizar tareas como:

  • recibir las lecciones del curso correspondiente,
  • consultar bibliografía o reiterar el estudio de alguna parte anterior,
  • ingresar a componentes multimedios asociados a los temas,
  • consultar al tutor responsable de cada curso,
  • consultar sus dudas o acceder a una base de datos de conocimientos, generada por preguntas y respuestas de otros alumnos,
  • consultar su expediente personal de estudios, etc.

Además, los estudiantes, desde cualquier parte el mundo, tienen la posibilidad de realizar evaluaciones periódicas de sus conocimientos, ya sea a través de autotests para las lecciones, como los exámenes de cada unidad o el examen final de cada materia.

Los niños y niñas que hoy se inscriben en un Jardín de Infantes, muy probablemente participarán en esta forma interactiva de educación, cuando se encuentren en el nivel terciario o universitario. Muchas cosas se modificarán y, en este cambio, muchas otras desaparecerán.

Ya ocurrieron situaciones similares en la historia. Cuando después de tres siglos de uso, el papiro comenzó a ser desplazado por el pergamino, seguramente muchos no quisieron aceptarlo. Cuando el pergamino fue sustituido por el papel, los escribientes de libros que trabajaban para las universidades y monasterios se opusieron a este nuevo soporte de escritura porque con la imprenta desaparecía su fuente de trabajo. 

Hoy, después de siglos de utilización del papel como base para la transmisión de conocimientos escritos se percibe una nueva visión que muchos no desean aceptar: la desaparición de la cultura impresa en papel, o sea, del libro tal y como lo conocemos hoy.

Es muy probable que esto ocurra, por motivos prácticos, de costo, de espacio para el almacenamiento, etc.. La cultura digital avanza en distintos campos de la sociedad actual.

En lo referente al futuro de la Educación de este siglo XXI, es muy importante recordar las palabras del educador, escritor y conferencista británico Ken Robinson con respecto a cómo visualiza los fundamentos del futuro:

“Actualmente, estamos enseñando en los centros educativos contenidos que no tenemos ni idea  si servirán o no, dentro de un período relativamente corto de tiempo.

Esto debería hacer pensar a los docentes y hacerles ver que lo que importa no es lo que enseñan, sino cómo enseñan para que sus alumnos puedan aprender por sí mismos cuando en un futuro no muy lejano deban llevar a cabo actividades que ahora ni imaginamos que desarrollarán.

El saber no está en los libros de texto, sino en la imaginación y el talento que puedan desarrollar los alumnos.”. (21)

Y Alvin Toffler  escritor  estadounidense doctorado en Letras, Leyes y Ciencia, conocido por sus discusiones acerca de la revolución digital y la revolución de las comunicaciones, al opinar sobre la escuela del futuro, se pregunta:

“¿Por qué no sumar a las aulas a quienes sin ser maestros, pueden ofrecerles otras perspectivas de aprendizaje a los chicos? ¿Por qué no sentarlos durante media hora, una hora o lo que fuere con un piloto de avión? ¿O con un cocinero, un empleado de oficina o un empresario? Que se genere una ida y vuelta: ¿qué haces? ¿Cómo es tu vida diaria? Y, más relevante aún, ¿cómo introducir a los estudiantes al mundo actual, a la vanguardia de la tecnología de la información, cuando los maestros conocen tanto o menos de ellas que los alumnos?”. (22)

Como integrantes del núcleo familiar y como docentes debemos estar preparados para entender, asimilar, aceptar y ser partícipes del proceso de aprendizaje junto a los niños, niñas o adolescentes, ya sea como guías o como simples acompañantes en la aventura.

Ellos lo agradecerán, aunque no lo manifiesten.

Hugo Valanzano Falero

Docente universitario. Licenciado en Biblioteconomía. Docente de Inglés Técnico. Postgrado en docencia universitaria.

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