¿Hay que hablar "de igual a igual" con los escolares para ser "padres modernos?
El psicólogo Harry Hostaed, llegó a varias conclusiones:
“...ya no hay cosas de grandes y cosas de chicos. Las fronteras se han borrado. Delante de los chicos se habla de cualquier cosa, se ve cualquier cosa. Sin límites.
Los padres no ejercen un rol de autoridad por temor a que los confundan con autoritarios. Conclusión: los chicos sienten que no hay nadie que se ocupe de ellos porque, total, somos todos iguales.” (12)
En determinadas etapas del crecimiento, hay padres y madres que se enfrentan a preguntas difíciles de responder, especialmente sobre temas relacionados con la sexualidad. Una frecuente consecuencia es solicitar, y a veces exigir, que la institución escolar presente estos temas en el aula, para darle un tono más formal al tratamiento y, de paso, evitar responder preguntas por no tener la seguridad que se está diciendo lo que el niño o la niña realmente necesita saber.
En muchas ocasiones, las familias se sienten defraudadas porque la institución no hace caso a sus peticiones, y les cuesta mucho entender que todos los escolares tienen un desarrollo evolutivo diferente y, por esta razón dentro de un mismo nivel escolar de alumnos y alumnas de igual edad, habrá unos pocos que les interesen ciertos temas y otros que no.
Si bien el tema de la sexualidad, específicamente, en sus diferentes matices, se trata en un salón de clase generalmente a partir de 5to Año escolar, cuando los niños tienen alrededor de 10 años y pueden relacionarlo con temas de Biología que se incluyen en el programa de estudios, no es aconsejable el tratamiento grupal antes de esas edades, en forma de curso o cursillo especial. Lo que se suele hacer, sin embargo, es tratar el tema de manera aislada cuando surgen preguntas específicas.
Cuando los niños preguntan, normalmente ya tienen alguna idea, alguna hipótesis, por lo que la mejor estrategia y la más utilizada por los docentes, es:
- devolver la pregunta diciendo: ¿y tú qué sabes, qué has oído o qué piensas sobre eso?, para asegurarse sobre el nivel de profundidad que solicita en la respuesta, y
- responder de acuerdo a la edad y nunca excederse en detalles inadecuados para esa edad, ya sea por lo técnico de la explicación como por lo complicado de la respuesta. Comenzar con la más simple explicación y esperar a que continúe preguntando, porque frecuentemente una respuesta sencilla es suficiente.
Si bien los niños y niñas actuales están mucho más expuestos que los de otras generaciones a imágenes, películas, programas televisivos, sitios web, etc., que incluyen un alto contenido de escenas eróticas, lo más importante es no profundizar en el tema cuando el que pregunta no lo solicita. La brevedad y sencillez de la respuesta hará que el niño o la niña se vaya auto-administrando en los conocimientos que adquiere. Cuando necesite más información la solicitará y esto va a ocurrir en el momento que su propio desarrollo mental lo esté pidiendo.
Si hablamos como adultos frente a los escolares, ya se trate de este o cualquier otro tema, ellos no lo asimilan de la misma forma y la consecuencia es lo que se aprecia con frecuencia en las instituciones escolares, donde hay niños y niñas que tratan temas como si fueran adultos, pero sin profundización o sin la seguridad de saber lo que están diciendo. Simplemente repiten lo que escucharon o les explicaron.
En las generaciones anteriores, el lugar de los niños, niñas y adultos estaba bien definido. Había temas, programas, horarios y publicaciones para los más chicos y para los adultos. Actualmente, por no querer ser catalogados de autoritarios, hay padres y madres que hablan al mismo nivel con sus hijos en edad escolar, en la creencia que todo debe ser explicado y compartido para que participen en los distintos procesos familiares.
Muchos profesionales consideran que cuando se tratan frente a los niños o niñas problemas familiares y algunas situaciones de índole social, puede causar en ellos desde una ligera preocupación hasta una depresión o un trauma importante.
Aunque no haya una implicación directa a su persona, el miedo, el desconocimiento del origen y la situación en sí, o la magnitud excesiva que su imaginación infantil puede darle al problema, pueden producir una crisis emocional que le afecte en mayor o menor grado en su vida escolar o familiar.
La familia, sin proponérselo, puede provocar miedo y preocupación al establecer objetivos demasiado elevados para su edad o al tener con ellos una relación similar a la que tienen con otro adulto.
El citado Harry Hostaed manifiesta además que “...cuando un padre explica todo, termina compartiendo responsabilidades que un niño no puede asumir. Hay muchas cosas que no se pueden explicar porque los chicos no entienden. El “no” provocará enojos y peleas, eso está bien porque ayuda a formar la personalidad. Con los años se darán cuenta que mamá no era tan mala y yo no era tan bueno.
El problema es que si no se actúa así, se corre el riesgo de que cuando sean adultos no sepan qué hacer con jefes que no explican nada o con cosas que no se pueden hacer.
El lugar del límite, la restricción, lo está ocupando la escuela en la generación de “padres modernos”. Y los chicos lo agradecen. Si hay justicia y está bien manejada la situación, el chico acepta el “no” de un maestro y no necesita grandes explicaciones.
No se puede hablar de “todo” delante de los chicos porque traducen todo a sus propios términos. Sobredimensionan las cosas y pueden quedarse con ideas equivocadas.” (12)
Los niños y niñas son muy susceptibles a todo y a todos los que les rodean y cualquier tema que se haya tratado con ellos y esté fuera de la óptica de su desarrollo mental puede provocar tensión y confusión en su forma infantil de ver las cosas, con la correspondiente reacción negativa hacia quienes conviven diariamente en las distintas situaciones de su vida escolar o familiar.
Lo que conviene tener siempre presente es que los docentes y educadores, por su formación, están dispuestos a apoyar a las familias y acompañarlas en el compromiso de su misión para que las fronteras entre lo que es ser padre o madre y lo que es ser hijo continúen claramente delimitadas, evitando la frecuente actitud de actuar por oposición a como esos padres o madres fueron criados.