Los mitos de la faja posparto

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Desde hace poco la faja posparto vuelve a estar de moda. Hay madres que se sienten mejor estando más reforzadas y recogidas tras el parto. Más de una madre confirma que tras dar a luz sentía más comodidad y menos cansancio por el uso de la faja, otras en cambio, se sienten mal estando tan sujetas y les parece un engorro para por ejemplo para ir al baño.

Sea como sea, lo cierto es que tras dar a luz una faja proporciona apoyo a la pelvis, vientre y espalda además de sostener al útero, que sin ésta estaría dando molestos tumbos de arriba a abajo. No solo eso, también da firmeza a los músculos abdominales que están tan debilitados tras dar a luz.

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Durante los primeros días estos músculos no pueden hacer nada porque están totalmente distendidos. Si después del parto se coloca una faja, los músculos del abdomen se vuelven a cerrar. Al colocar correctamente el recto del abdomen y los oblicuos en su posición original se les puede "ayudar" a recuperarse. Si no se les ayuda, estos músculos pueden perder estabilidad, y de ahí a que a muchas mujeres les cuelgue el vientre demasiado tras dar a luz. 

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Con la ayuda temporal de una faja los músculos devueltos a su antigua posición se ven favorecidos y pueden contribuir a sus movimientos habituales. Pocos días después del parto es bueno empezar con ejercicios abdominales, y la faja dejará de ser necesaria.

Además, si la mujer en el embarazo ha sufrido dolores pélvicos, el uso de la faja es muy recomendable. Con ésta, la pelvis maltrecha encuentra un apoyo y los dolores desaparecen antes.

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