El proceso metodológico, las técnicas y los procedimientos (III)

Análisis del proceso

 

El objetivo dice Marfil Francke (1995), ahora, es empezar a descomponer el proceso en los elementos que lo constituyen, para poder descubrir su lógica interna y comprender las relaciones que se han establecido entre estos diversos elementos. En este momento, es indispensa­ble empezar a conceptualizar. Se comienza explicitando y poniendo en común los supuestos que se han manejado en el equipo para, a continuación, referirlos al conocimiento acumulado sobre el tema (la teoría). Es decir, la reflexión sobre la práctica debe ser enriquecida y contrastada con lecturas que den cuenta del estado de la elaboración sobre esos aspectos.

 

El instrumento fundamental es la formulación de preguntas, que derivan de los objetivos y ejes de interés de la sistematización. El objetivo central del proyecto de sistematiza­ción debe convertirse en pregunta, de esta se derivan otras, cada vez mas precisas y vinculadas directamente a la realidad, hasta arribar a interrogantes posibles de ser respondidas con la información que se ordenó en la reconstrucción de la experiencia y el contexto. Este proceso, denominado operacionalización de las preguntas de sistematización, sólo es posible si paralelamente se va desarrollando la conceptualiza­ción, que explicita los contenidos de los términos incluidos en las preguntas. Por ejemplo, si se quiere conocer cómo se dio la participación de la población, se requiere precisar cómo se entiende ésta y en qué comportamientos o actitudes se expresa. Ello supone articular teoría (concepciones vigentes sobre participación) y práctica (características y formas de actuar de la población con la que se trabajó).

 

También es posible que, dice M. Francke, en la reconstrucción de la experiencia, se haga evidente que ésta ha transitado por diversas fases o períodos. En ese caso, resulta útil subdividir el proceso, ubicando y caracterizando dichas fases. Es importante que, al distinguirlas, se deje de lado el criterio cronológico, buscando descubrir la lógica interna del proceso. Para ello, una primera tarea es identificar los hitos que señalan cambios, ya sea en los objetivos o en las maneras de actuar. Dichos hitos nos indican, de manera preliminar, las etapas o fases del proceso. Cada una de esas fases debe ser tipificada, explicando cuáles son sus principales rasgos y qué las distingue de la anterior y de la siguiente. Resulta útil, igualmente, ponerles un nombre que dé cuenta de su característica más saltante.

 

Una segunda entrada, que ayuda a precisar la periodización de la experiencia, consiste en explicitar las apuestas o hipótesis de acción implícitas en el proceso, y los cambios que ha sufrido. Todo proceso intencionado contiene determinadas "apuestas" que dan cuenta de lo que sus diversos actores pretenden lograr a través de su participación en él. La apuesta o hipótesis de acción articula tres dimensiones:

  • el problema que se pretende enfrentar
  • los objetivos que se persiguen (qué esperamos que suceda con ese problema, debido a nuestra intervención)
  • las estrategias a través de las cuales esperamos lograr los objetivos.

 

Los contenidos de cada una de estas dimensiones deben ser explicitados y conceptuali­zados claramente: cómo concebimos el problema, cómo entende­mos los objetivos, qué contenidos metodológi­cos y técnicos tienen nuestras estrate­gias, etc. Ello se realiza mediante debates y discusiones en el equipo, en los que se pone en común lo que cada uno piensa, se lee, se discute y se termina elaborando conceptos que se adecúen mejor a la práctica, es decir, que ayuden a comprender­la mejor.

 

Generalmente las apuestas van variando a lo largo del desarrollo del proceso. La identificación de los cambios en uno o varios de sus componentes da lugar a una reformula­ción de las etapas previamen­te definidas y a una mejor tipificación de ellas: los rasgos centrales que las caracteri­zan, la precisión de los cambios entre una y otra, etc. A la vez, da insumos muy importantes para la interpretación de lo sucedido.

 

El momento del análisis plantea Marfil Francke (1995), en resumen, consiste en la elaboración de un conjunto de interrogantes, que van desde las amplias y generales, que representan la conversión de los objetivos de la sistematización en preguntas, hasta las más precisas y directamente articuladas a la realidad. Pueden ser formuladas al proceso en su conjunto o las fases que se han identificado en éste. El análisis termina con el re-ordenamiento de la información necesaria para responderlas, la cual proviene básicamente de la reconstruc­ción previa, aunque en ocasiones se hace necesario complementarla con otras fuentes.

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