el origen del laxante

Se conoce el laxante desde aproximadamente el 1.500 a.C, cuando se extraía un líquido viscoso, de mal olor y peor sabor de la planta del ricino.

Este aceite era usado para diferentes necesidades, pero la principal era como laxante o depurativo.

Se solía mezclar con otros elementos como miel, plantas aromáticas, cítricos, etc... para tratar de facilitar su consumo, pero nada hacía que ese trago fuese “agradable”.

En 1905, el húngaro Max Kiss comprobó el poder laxante de un aditivo que se usaba en las bodegas y que se echaba al vino llamado fenolftaleina.

El uso de éste estuvo provocado por el gobierno húngaro y la “necesidad” del pueblo de comprar vino barato, adulterándolo con esta sustancia que se comprobó provocaba diarreas a sus consumidores.

Fue entonces cuando Kiss lo decidió mezclar con chocolate para crear un purgante de sabor agradable, o al menos no tan desagradable como el aceite de ricino y otros laxantes del mercado; apareciendo en el mercado “Ex-Lax”.

 

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