Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas
La Declaración Universal sobre los derechos de los pueblos indígenas fue un viejo anhelo (estuvieron más de veinte años negociando tal declaración) que por fin vio la luz el 13 de septiembre de 2007; cuando fue aprobada en la 61ª Asamblea General de las Naciones Unidas.
Obtuvo 143 votos a favor, por 4 en contra (Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y Australia), además de 11 abstenciones (Azerbaiján, Bangladesh, Bután, Burundi, Colombia, Georgia, Kenia, Nigeria, Rusia, Samoa y Ucrania).
Dicha Declaración está formada por 46 artículos que garantizan el pleno disfrute de los derechos humanos y libertades que se recogen en la carta de las Naciones Unidas, la declaración universal de los derechos humanos y la normativa internacional de los derechos humanos.
Dignidad, bienestar, identidad cultural, educación, salud, empleo, idioma y participación en la vida democrática de sus respectivos países son algunos de los temas que se abordan en la declaración; incidiendo tanto en derechos individuales como colectivos, además de establecer unos estándares mínimos que se deben cumplir en estas áreas anteriormente citadas.
Trata de promover la participación de estos pueblos haciendo frente a la tremenda discriminación que en su mayoría sufren, facilitando el proceso que los integre en la vida política y social de sus respectivos países de origen, y ponga de manifiesto sus valores mediante la promoción de su cultura sin tener que abandonar su identidad propia.
Significó por tanto, la creación de una herramienta para hacer efectiva la igualdad y dignidad que todos los seres humanos debemos disfrutar, especialmente en este tipo de población, que por sus características especiales está más desprotegida; dando por tanto voz a estos pueblos para que clamen por el cumplimiento de los derechos humanos y el fin de los abusos a los que han sido sometidos durante años.
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