Portulanos, las primeras cartas náuticas.

Es conocida la cultura náutica de los pueblos mediterráneos desde sus orígenes, lo que contribuyó a que con el paso del tiempo las necesidades y exigencias de éstos fuesen cada vez mayores.

Un reflejo de esto son las “portulanas”, unas cartas de navegación surgidas en el Siglo XIII (debido al cambio de las necesidades de los navegantes, que empiezan a abrir sus horizontes comerciales principalmente) y que tendrán su máximo apogeo en los siguientes XIV y XV.

Se pueden considerar los primeros libros de rutas o cartas náuticas, pues reflejan topónimos de lugares y están creadas para realizar una efectiva navegación usando la brújula, además de tener representadas “rosas náuticas” con 8, 16 o 32 rumbos definidos en función del viento.

Utilizan una escala gráfica llamada “tronco de leguas” o “pitipié”.

Por lo útil que resultaban tuvieron una rápida difusión, llegando a ser auténticas obras de arte, debido al cuidado y la extrema ornamentación (heredada de la tradición monástica) que algunas de ellas presentaban; mostrando incluso variedades de animales y plantas que existían en determinados lugares (¡Algunas hasta los monstruos marinos que frecuentaban según qué costas!).

Se realizaban en pergaminos de piel de cordero generalmente (por su resistencia al ambiente marino), y tenía unas características propias según su origen; si eran portuguesas estaban muy adornadas, si eran mallorquinas además de la profusión de ornamentos había numerosas indicaciones geográficas, y las italianas se caracterizaban por su sobriedad.

Posteriormente también las realizarán franceses, holandeses e ingleses, aunque no llegarán al grado de perfección que los anteriores.

La más antigua (aunque no la primera que se hizo) es la denominada “Carta Pisana” (1300), que refleja con precisión las costas mediterráneas y las que conducen hasta el Reino Unido; siendo una de las más espectaculares el “Atlas” que realizó Abraham Creques en 1375.