Ruidos
y Vibraciones
Además
de la contaminación química del aire, vista en el tema
anterior, existe la contaminación física o acústica
originada por los ruidos y vibraciones emitidos a diario por el hombre
y su tecnología. El problema se ha hecho patente en los últimos
años a través de los problemas fisiológicos y psicológicos
que sufren las poblaciones sometidas a este tipo de perturbaciones.
Son principalmente los habitantes de las grandes ciudades los que padecen
a diario este problema, ya que están constantemente expuestos
a multitud los focos de emisión de ruidos y vibraciones que originan
en conjunto un efecto acumulativo. Así, la construcción
de una carretera urbana genera vibraciones y ruidos durante su construcción,
pero el mayor efecto viene después ya que una vez acabada por
ella circularán vehículos que producen ruidos de motor,
gases de escape, claxon, accidentes… y vibraciones procedentes
de camiones con cargas pesadas o del simple rodaje de los turismos por
el asfalto. Aunque sin duda, dentro de la ciudad los más perjudicados
son los vecinos que viven junto a un aeropuerto o una estación
de ferrocarril.
En cuanto al ruido, es necesario indicar que se mide en decibelios (dB)
y que esta medida obedece a una escala logarítmica de tal manera
que 10 dB no representan el doble de ruido que 5 dB, sino mucho más.
Sin entrar en fórmulas de cálculo, a continuación
se muestran unos ejemplos para que el lector tenga una referencia para
aproximarse a la magnitud de un ruido medido en dB:

El
umbral de dolor se produce a los 140 dB y por debajo de 45 dB no se
observan molestias. Sin embargo, con ruidos de 55 dB, un 10% de la población
se ve afectada y con 85 dB la totalidad de los seres humanos se sienten
alterados. En cuanto a los niveles racionales, la capacidad auditiva
se deteriora en un rango comprendido entre 75 y 125 dB., por lo que
las cifras medias de las legislaciones europeas, establecen como límite
aceptable 65 dB durante el día y 55 dB durante la noche.
De este modo se distinguen los siguientes tipos de orígenes de
la contaminación acústica detectada en las ciudades:
1. Tráfico rodado: El ruido acumulado
en las grandes urbes puede ser superior a 60 dB como consecuencia
del tráfico. Los principales ruidos que produce un vehículo
son de motor y de rodaje, aunque a partir de los 60 km/hora el segundo
supera al primero. El ruido procedente de la rodadura de un vehículo
se produce por tres motivos, el impacto, el bombeo de aire y la adherencia,
y según el tipo de vía alcanzará niveles diferentes:

2.
Transporte aéreo:
Es el foco de emisiones acústicas que mayor nivel de contaminación
genera, especialmente durante las operaciones de despegue en las que
los pilotos ponen los motores a la máxima potencia para hacer
volar las aeronaves, pero también se producen ruidos importantes
durante el vuelo, con el consecuente impacto en las poblaciones sobre
las que se trazan las rutas aéreas, y en el aterrizaje, aunque
en menor medida.
3. Transporte ferroviario: Se estima
que a 30 metros de distancia desde la vía del ferrocarril,
el paso de un tren de pasajeros de 8 vagones genera entre 80 y 100
dB. La contaminación acústica originada por este tipo
de transporte depende de diversos factores como las dimensiones y
la velocidad que alcance el tren, la dureza de la vía, el rodaje
sobre la misma, etc.
4. Construcción: Puede superar
los 90 dB a 10 metros de distancia, debido al uso de maquinaria pesada
como grúas, excavadoras, martillos percutores… en obras
de excavación, demolición o edificación.
5. Industrias: Dependiendo de la naturaleza
y localización de una actividad industrial, esta generará
un mayor o menor impacto acústico y será la legislación
del lugar la que determine el nivel máximo de ruido permitido
en el exterior de la nave o edificio en el que se lleve a cabo la
actividad. Para cumplir con la norma, la empresa podrá ajustar
sus horarios e invertir en aislamientos, maquinaria silenciosa, etc.
6. Ocio: En las grandes ciudades existen
zonas en las que se concentran un número importante de restaurantes,
bares, discotecas y otros negocios afines que necesitan ubicarse juntos
para concentrar la oferta de ocio. Esto produce importantes conflictos
sociales con los vecinos que tienen su residencia junto a estos locales
y que pueden sufrir severos trastornos con motivo del desarrollo de
estas actividades.
Según
OMS el límite máximo de ruido, por encima del cual no
debería vivir ninguna persona, está en 65 dB y según
la Organización para la Economía, Cooperación y
Desarrollo (OCDE), 130 millones de personas habitan en lugares que se
encuentran por encima de ese nivel sonoro y otros 300 millones se encuentran
en las conocidas como zonas de incomodidad acústica, donde viven
entre 55 y 65 dB.
Dentro de una población, existen grupos de personas a los que
el ruido afecta más (personas enfermas, hospitalizadas, discapacitados
con ceguera o sordera, niños pequeños, ancianos…)
pero, en general, provoca trastornos como la pérdida de audición,
problemas de concentración, fatiga, irritación, efectos
sobre el sueño y el descanso. Este último se considera
el principal trastorno que genera el ruido, ya que para su normal desarrollo
los seres humanos necesitan dormir de forma continua, sin interrupciones.
En realidad, la mayoría de esos efectos desparecen tras la ausencia
de ruido, salvo la pérdida de audición que es irreversible
debido a que las células ciliares no se regeneran.
Para evitar esos efectos, es necesario cuantificar primero el nivel
de ruido de una zona, lo que permitiría proponer medidas preventivas
y correctoras a la contaminación acústica existente. Sin
entrar en fórmulas de cálculo, no deben quedar sin mencionar
los índices más utilizados para medir la repercusión
del ruido y las vibraciones sobre las personas:
1. Índice de ruido día –
tarde – noche (Lden): utiliza los niveles sonoros medios,
registrados durante las tres partes del día a lo largo de un
año.
2. Índice de ruido continuo equivalente
(LAeq,T): nivel de presión sonoro continuo equivalente,
en dB, para un periodo de tiempo de T segundos.
3. Índice de ruido máximo (LAmax):
nivel más alto de presión sonora, medido en dB.
4. Índice de vibración (Law):
Es el más utilizado para medir vibraciones de origen acústico.
Como la prevención es la mejor de las soluciones, porque evita
que el daño llegue a producirse, son ya muchas las administraciones
públicas que están introduciendo este factor en la planificación
urbanística y la ordenación territorial, realizando zonificaciones
acústicas (en áreas residenciales, industriales, de ocio…
separadas según sensibilidad), estableciendo autorizaciones ambientales
(que fijan límites acústicos y obligan a realizar mediciones
en instalaciones especialmente ruidosas), creando Reservas de Sonido
de Origen Natural (en ciertos espacios protegidos), etc.
Frente a las medidas preventivas se encuentran las correctoras, que
implican el uso de nuevas tecnologías (por ejemplo motores más
silenciosos), materiales de aislamiento, pavimentos absorbentes, pantallas
acústicas… que en definitiva son soluciones más
caras y a la postre menos efectivas.