Depósitos incontrolados

Los hitos mencionados anteriormente para un vertedero tipo (impermeabilización, drenaje, sellado, control y mantenimiento posclausura) no siempre se cumplen, es más, el concepto de vertedero controlado es relativamente reciente en el tiempo y suele estar asentado en países ricos donde el consumo de materias primas es elevado y, como consecuencia, también la generación de residuos.

Esta afirmación tiene una consecuencia lógica, la existencia en muchos lugares del mundo de multitud de depósitos incontrolados de residuos que suponen un riesgo para la salud de las personas y el medio ambiente, más aún si se trata de desechos peligrosos. Un ejemplo claro son los vertederos de “basura digital” de la India, dónde se amontonan residuos electrónicos de todo el mundo debido a una falsa donación de productos que a efectos prácticos están inservibles.

Estos equipos contienen mercurio, bromo, cadmio, plomo, cromo, silicio, selenio, cobre e incluso pequeñas cantidades de oro. Las personas se exponen continuamente a esta contaminación al extraer, con medios rudimentarios, los metales valiosos presentes en estos aparatos, y se liberan al entorno multitud de sustancias nocivas.

Pero los depósitos incontrolados de residuos, constituyen hoy en día uno de los principales problemas ambientales también en muchos de los países donde ya existen instalaciones y modelos de gestión innovadores. Esto es debido a multitud de motivos, pero los más importantes pueden ser:

1. Falta de sensibilización y conciencia ambiental de los productores de residuos.

2. Precios elevados para la adecuada gestión de los residuos.

3. Lejanía a los centros de tratamiento o eliminación controlada.

4. Ausencia o ineficacia de los servicios de limpieza para la retirada ciertos desechos.

5. Infraestructura deficiente o insuficiente para la gestión de residuos.

6. Carencia de mecanismos de regulación, control o vigilancia.

7. Permisividad de las administraciones públicas…

De este modo, se dice que existen dos tipos de depósitos incontrolados:

1. Los vertederos legales incumplidores: que transgreden las condiciones ambientales establecidas en su autorización.

2. Los vertederos ilegales: que carecen de cualquier tipo de autorización.

Estos últimos pueden tener una superficie variable. Evidentemente, a mayor superficie ocupada y mayor número de residuos (sobre todo si presentan una alta heterogeneidad que incluya residuos peligrosos), mayor será el impacto producido sobre el medio ambiente; pero no debe perderse de vista que los pequeños depósitos ilegales, si llegan a ser muy numerosos pueden afectar gravemente a la salud de las poblaciones que se sitúen junto a ellos ya que, los de este tipo, suelen encontrarse en el entorno de grandes aglomeraciones urbanas o incluso en su interior.

Por su parte, los grandes depósitos ilegales del mundo desarrollado suelen tener su origen en el incumplimiento reiterado de la legislación vigente por parte de industrias más contaminantes, que depositan todo tipo de residuos en lugares normalmente poco visibles (canteras abandonadas, zonas desérticas, precipicios…) que, por lo general, suelen tener cierta o, incluso, bastante peligrosidad.

Los vertederos legales incumplidores, pueden serlo por varios motivos:

1. Acoger residuos diferentes de los que pueden recibir: Si un vertedero está autorizado para el depósito de residuos limpios de construcción y demolición, no pueden verterse en sus vasos materiales como plásticos, metales o maderas, y esto sucede hoy en día.

2. Acumular un volumen de residuos mayor al disponible:Rebasando el límite superior del vaso de vertido, se forman montículos para los que no está previsto un sellado eficaz, y pueden originarse graves problemas ambientales y de salud pública.

3. Aislar inadecuadamente el lugar de vertido: Si los vasos no han sido impermeabilizados conforme al proyecto original o el sistema de drenaje es insuficiente para el volumen de lixiviados producido, pueden aparecer episodios graves de contaminación.

4. Exceder el límite temporal de la autorización: Cuando una vez finalizado el periodo de explotación el vertedero sigue funcionando, pueden producirse situaciones de mucho riesgo si tras el supuesto cese de la actividad se siguen vertiendo residuos sobre una instalación supuestamente abandonada.

Los impactos ambientales y sanitarios asociados a los depósitos incontrolados de residuos pueden ser muy diversos, sobre:

1. Los suelos: El vertido de residuos no inertes (que incluso pueden ser peligrosos) sobre el suelo desnudo, puede alterar su estructura y composición química, dejándolo mermado o inservible para otros usos.

2. Las aguas superficiales y subterráneas: El contacto de los residuos con el agua de lluvia, puede producir lixiviados que terminen en los cauces hídricos superficiales o que percolen hasta alcanzar acuíferos subterráneos.

3. La atmósfera: La descomposición de la materia orgánica presente en los residuos, favorece la emisión de gases de efecto invernadero, como el metano (CH4), el dióxido de carbono (CO2) y algunos otros vapores contaminantes. Se producen también malos olores que perjudican a las poblaciones colindantes, y partículas en suspensión cuando se queman ilegalmente ciertos residuos (práctica bastante común para disminuir el volumen de desechos y recuperar los metales).

4. El paisaje: El acopio incontrolado de residuos puede producir impactos severos sobre el medio perceptual, más aún si se encuentra en una zona de especial valor ecológico. Por desgracia, no son pocos los casos en los que estos vertederos ilegales afectan a espacios naturales protegidos (especialmente los que no poseen una figura de protección muy restrictiva y albergan espacios como acantilados o grandes lagunas en los que es fácil ocultar los residuos).

 

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5. La flora y la fauna: En concreto por los riesgos de incendio que se generan en estos vertidos ilegales. La acumulación incontrolada de una multitud de residuos con características heterogéneas, representa un riesgo elevado de combustión especialmente si se sitúa junto a zonas donde el combustible es muy abundante (masas forestales, pastos, cultivos, etc.). La destrucción de hábitats hace desaparecer a las especies de animales y plantas que lo conforman y, a su vez, dependen de ellos.

6. La salud pública: Para las personas que viven junto a estos depósitos, el riesgo de sufrir enfermedades y otros trastornos ocasionados por los efectos físicos y químicos que producen los residuos, es enorme. En algunos casos pueden producirse por la propia exposición a estos residuos, en otros sin embargo, se transmiten con la ayuda de vectores como ratas, mosquitos, cucarachas… especies favorecidas por las condiciones que adquiere la zona de vertido.

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