¿Cómo sé yo que soy una mujer? (1 de 5)

¿Cómo se yo que soy una mujer? Esta pregunta surge en mi mente mujeril mientras paso el trapo por la tapa del retrete.

Este pensamiento que conecta la limpieza del baño con mi condición de mujer lo he llevado a varias conversaciones con mujeres. En todas ellas (no he hecho estadísticas sobre las mismas), la limpieza del baño estaba muy conectada con las mujeres y poco conectada con los hombres de los hogares sobre los que se hablaba.

Este “suponer que las mujeres debemos limpiar el baño”  hace que algunas mujeres entren en conflicto con ellas mismas y con los hombres que conviven en los hogares, ¿por qué ocurre eso?, ¿de donde viene ese “suponer”?

Si hay mujeres concretas que sabemos que no nos gusta limpiarlo, ¿por qué sentimos que nos corresponde más que a los hombres realizar esta tarea, y en general, ciertas tareas?

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La limpieza del baño es sólo un ejemplo de tareas que se han conectado con las mujeres dentro del hogar. El baño es una de las resistencias. Aunque algunos hombres han asumido tareas hogareñas como el fregado de platos, o sacar la basura al contendor (tareas estrella en la incorporación general de los hombes a las tareas domésticas), el baño sigue siendo un "enclave" de los roles femeninos. 

El conflicto emerge cuando las actividades que se han identificado como “propias de las mujeres” chocan con la persona, con su  ser, con su situación personal, forma de vida, en definitiva, con su realidad vivida. Es decir, cuando el estereotipo y los roles de género chocan con las vidas de las personas.

La naturalización de "las cosas propias de las mujeres”, como analizó Simone de Beauvoir en su libro "El segundo sexo", vienen construyéndose desde los diferentes ámbitos y disciplinas como el psicoanálisis, la historia, la filosofía, la biología, etc. Con la característica de que a las "cosas propias de mujeres" se les concede menor valor que a las "cosas propias de hombres".

El imaginario social occidental, que mayormente compartimos en la actualidad, se ha construido de manera que las mujeres se conectan con el ámbito doméstico. Las tareas realizadas en dicho espacio están dotadas de un valor menor en comparación de las desarrolladas en el ámbito público, principalmente conectado con lo masculino.

Incluso hoy en día que las tareas del hogar comienzan a compartirse más, si miramos dentro del espacio doméstico, tareas como la limpieza de los baños, así como limpiezas más profundas, siguen estando, mayormente, en manos de las mujeres. Suelen ser tareas más desagradables, más en contacto con la suciedad: bayeta de la cocina, restos comida fregadero, grasa de la campana extractora, pelo enredado en el sumidero de la ducha, entre otras

Todo el entramado ha sido bien configurado para que sea asumido de forma natural por mujeres y hombres. De manera que, se han creado ciertas sumisiones que se materializan en las vidas de las mujeres sin que exista un control explícito.

En los diferentes momentos de la historia las mujeres han reivindicado su visibilidad y participación en el mundo como sujetos. Y si, esto tiene que ver con la limpieza del baño.

Las “cosas propias de mujeres”, el “pack femenino”(1) (como aquí lo identificaremos) han ido calando poco a poco. Esto ha supuesto dificultades para el desarrollo de la vidas de las mujeres. 

Esta construcción de "mujer" generó un "malestar" en mujeres estadounidenses blancas de clase media en la década de los sesenta del siglo XX. Betty Friedan, analizó que ese malestar.

Eran mujeres que cumplían con todas las características que tenía que tener una "mujer" blanca de su tiempo y lugar (EE.UU.). Tenían todos los elementos del “pack de la feminidad” (mujeres dedicadas al ámbito doméstico: madres amorosas, buenas esposas, y excelentes anfitrionas, entre otras), y contaban con todas las "comodidades" del mundo moderno. A pesar de esto, estaban depresivas, angustiadas, con un “extraño malestar” ¿Querrían ser algo más que ser madres y esposas?

Esa condición de "mujer" de la que también habla Marcela Lagarde, está formada por las características genéricas que teóricamente comparten todas las mujeres. Esas características que se denominan como esenciales y que definen a "la mujer" como ser social y cultural genérico, ser para y de los otros. Esa condición de "mujer" que compartían todas las mujeres que Betty Friedan estudió, les estaba causando dificultades y conflictos en sus vidas.

Si a lo largo de la historia ha habido mujeres que cuestionan lo que se les atribuye por el hecho de ser mujeres. Si nosotras cuando limpiamos el baño nos preguntamos: ¿porqué lo hacemos con más naturalidad que los hombres?, ¿porqué si no lo hacemos (y sabemos que hay que limpiarlo) nos sentimos extrañas, mal?¿qué es lo que entra en contradicción? De manera sencilla, podemos responder que ese "malestar" está relacionado con el género, como construcción social del sexo.

De estos conflictos de la cotidianidad, como la limpieza del baño, surgen las reivindicaciones y rupturas que se producen por parte de mujeres que, aun reconociéndose como tales, no tiene demasiado claro:  ¿en qué momento lo supieron?, ¿quién se lo dijo?, ¿cómo se ha construido "esa mujer" que las habita?

De manera que, nos preguntamos: ¿qué trae consigo el “pack de la feminidad”?, ¿qué posición hace ocupar a las mujeres en el mundo el uso o no del mismo?, ¿quién fabrica el pack?

Este post es el inicio de una reflexión en la que pretendemos hacer un breve recorrido sobre cómo en diferentes momentos se ha construido una feminidad que se conecta específicamente a las mujeres. Y cómo, a partir de la condición genérica de "mujer", las mujeres crean sus identidades.

Esto lo haremos a través de tres autoras que, en diferentes momentos, han abordado de distinta forma esta temática. 

Simone de Beauvoir (1908 - 1986) filósofa y escritora francesa que en 1949 escribió "El segundo sexo", un gran análisis de toda la construcción de "la mujer" como Alteridad, como el Otro.


Betty Friedan (1921- 2006) escritora estadounidense, cuya obra "La mística de la feminidad", escrita en 1963, trajo consigo una puesta en cuestión de la creación de lo femenino.


Marcela Lagarde (1948- /) antropóloga mexicana. Profesora y política mexicana, que en su libro "Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia", analiza las posibilidades vitales de las mujeres y hombres, el sentido de sus vidas, expectativas y oportunidades, las complejas y diversas relaciones sociales que se dan entre ambos géneros.

A partir de sus reflexiones iremos a tres momentos históricos, a tres lugares diferentes, y a tres formas de ver y enfrentar lo que supone “ser mujer”, lo que conlleva la feminidad y lo que implica verse en esos conflictos identitarios genéricos. Para llevar a reflexionar sobre ¿cómo sé yo que soy mujer?

(1) Identificaremos aquí “pack femenino” como las características que se supone debe tener "la mujer", que son cambiantes y se van construyendo de manera distinta en los diferentes momentos. Aunque hay algunas que permanecen constantes y que se han ido naturalizando. A estas características y acciones derivadas de ellas se les da valor. A partir de ellas se valora a las "mujeres reales" a la hora de considerarlas como mujeres-personas. Ejemplo: la sensibilidad conectada con las mujeres hace que de una mujer agresiva se diga de ella que "no es femenina" ¿Deja de ser mujer por esto?

Ana Valero Rey

Consultora y formadora en temáticas de género e igualdad

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