Introducción

1. LA CULTURA ORGANIZATIVA COMO ELEMENTO BÁSICO PARA LA PUESTA EN PRACTICA

Diferentes estudios* y numerosos autores confirman la importancia de la cultura organizativa en el comportamiento de los trabajadores. Raiborn C. A. y Payne D. (1990)* manifiestan, basándose en los datos de una encuesta, que más del 70 por ciento de los ejecutivos se sienten presionados para adaptarse a los estándares organizacionales, y frecuentemente tienen que transigir con sus principios personales.  Estos autores consideran que las organizaciones son un microcosmos de la sociedad, con sus líderes y sus ciudadanos, y que éstos siguen a sus líderes. Los valores y la cultura de la organización constituyen aspectos esenciales para explicar el comportamiento y la ética empresarial.*

 Los empleados toman como referencia el comportamiento de los ejecutivos, tal como pone de manifiesto la encuesta Touche Ross, en la que casi el 75 por ciento considera al director como el responsable de establecer los patrones éticos para los empleados. Si los altos ejecutivos violan los principios éticos, tratar de comunicar los valores a los niveles inferiores se torna difícil. Es el clima de la organización, por tanto, el que en buena medida determina el comportamiento ético de sus empleados y de éstos como grupo.

 

2. EL ESTABLECIMIENTO DE PRINCIPIOS

2.1.  LA ÉTICA PROFESIONAL

            Los sistemas de control desarrollados por los contables y abogados que implican la utilización de principios compartidos por la profesión, una cultura profesional, se han mostrado como relevantes para trasmitir a la sociedad una determinada imagen de la profesión. También, para guiar las decisiones de los profesionales hacia aquellas decisiones que incrementan el bien de la sociedad.

             La comunicación y transmisión de información entre los profesionales y la sociedad, la creación de confianza y el compromiso con la sociedad, requieren el cumplimiento de una ética empresarial.*

Se hace precisa la instauración de una ética profesional. Los profesionales del marketing requieren de unas normas de conducta, unas pautas, una cultura profesional, que guíe las decisiones y que sirva de señal a los miembros de la sociedad sobre los comportamientos esperables de  un determinado grupo profesional.

            En el área de contabilidad se han desarrollado toda una serie de principios contables que ayudan a tratar los casos particulares y los problemas concretos de las empresas. Los Principios Contables Generalmente Aceptados (PCGA) sirven de guías que clarifican la elaboración de la información y de los estados contables. Estos principios se están globalizando, y tienden cada vez más a servir de referencia para toda la información contable de los distintos países.

            La existencia de principios clarifica la información, ayuda en la toma de decisiones y permite una mejor y más rápida comprensión de las cuentas empresariales, lo cual es útil dentro de un país para los distintos sectores y empresas, pero también a nivel internacional.

            Los principios contables generalmente aceptados surgen del consenso profesional en relación a la forma más adecuada de facilitar y tratar la información. Permite evitar conflictos y clarificar situaciones, contando con unas pautas de comportamiento que seguir.

            Los Códigos se cimientan en una serie de principios. En buena medida, se trata de principios profesionales* que sirven de guía en la actuación empresarial. Esta deontología profesional debe inscribirse en un más amplio referente contextual, donde las propuestas éticas apunten hacia una modificación de las estructuras sobre las que se montan las acciones empresariales (Fernández Fernández, 1993).*

            De igual modo, en el área de marketing se hace preciso el establecimiento de unos principios generalmente aceptados que guíen el comportamiento de los gestores, y que permitan resolver los conflictos con unas referencias clarificadoras. Tal como manifiestan Raiborn C.A. y Payne D. (1990, pág. 882)*: “El establecimiento de códigos de conducta pueden ayudar a los gestores y auditores en la detección temprana del fraude”.

            Estos principios para su puesta en práctica, requieren su integración en la cultura empresarial. Se precisa, por tanto, una gestión de la cultura y los valores organizacionales orientados a la aplicación de la ética en las actuaciones de la empresa y de modo especial en el área de marketing por su incidencia en el entorno empresarial, (Drake y Drake, 1988).*

 


*           El Código Ético del BBV se cimenta en los principios de respeto a la legalidad, aplicación de principios de ética profesional y cumplimiento dle proyecto de empresa, tal como se explica en la entrevista a MIQUEL NAVAS (1993) “Sin una base ética no hay tejido social duradero” Conceptos. Revista de Gestión y Dirección. Septiembre-Diciembre, Nº 18. Págs 4-7.

*           El profesor de ICADE y presidente de la Asociación Española de Ética de los Negocios, manifiesta su apuesta por una combinación de los polos deontológicos y estructural de forma que sean adecuadamente combinados, incorporando la ética individual y profesional a la mejora de las organizaciones en el artículo, FERNANDEZ FERNANDEZ J. L. (1993) “La ética empresarial más allá de la moda” Conceptos. Revista de Gestión y Dirección Septiembre- Diciembre, Nº 18. Págs 14-17.

*           RAIBORN C. A. y PAYNE D. (1990) “ Corporate Codes of Conduct: A Collective Conscience and Continuum” Journal of  Business Ethics Vol 9, págs 879-889.

*          DRAKE B. H. y DRAKE E. (1988) “Ethical and Legal Aspects of Managing Corporate Cultures” California Management Review  Invierno, pp 107-123.

Un análisis en el mismo sentido se encuentra en, SINCLAIR A. (1993) “Approaches to Organisational Culture and Ethics” Journal of Business Ethics  Vol 12,  pp63-73.


*          Las responsabilidades éticas se encuentran fuertemente relacionadas con los valores organizacionales y personales. Una investigación que analiza los valores de los directivos y la relación con la ética se encuentra recogida en, FREDERICK W. C.  y WEBER J. (1990) “The values of Corporate Managers and Their critics: An Empirical Description and Normative Implications” pp 123-144, en FREDERICK W. C. y PRESTON (Ed.) Business Ethics: Research Issues and Empirical Studies  JAI PRESS INC.  Greenwich.  Connecticut.
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*           RAIBORN C. A. y PAYNE D. (1990) “Corporate Codes of Conduct: A Collective Conscience and Continuum” Journal of Business Ethics 9, 879-889.

*           SINGHAPAKDI A. y VITELL S. J. (1993) “Personal and Professional Values Underlyng the Ethical Judgments of Marketers”, Journal of Business Ethics  Vol 12,  pp 525-533.

WEBER J. (1993) “Exploring the Relationship Between Personal Values and Moral Reasonig” Human Relations  Vol 46,  Nº 4  pp 435-463.

LIEDTKA J. (1991) “Organizational Value Contention and Managerial Mindsets” Journal of Business Ethics  Vol 10,  pp 543-557.

*          Para facilitar la transmisión de información de manera responsable desde las organizaciones a los diversos grupos sociales interesados o afectados, se están implantando Comités de vigilancia externos, asesores independientes y Códigos Éticos, tal como expone GONZALO ANGULO J. A. (1994) ética en las Organizaciones: ¿Moda o Necesidad?“ Boletín aeca. Nº 35, 2º trimestre,  pp 4-7.

 

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