Los Fragmentos del poema de Parménides

 

8,55

las han juzgado con aspecto opuesto y les han asignado signos 
de modo diferente respectivamente, a una el eterno fuego de la llama,
que es dulce, sumamente leve, igual por doquier a sí misma,
pero distinta a la vez de la otra ; pero por el contrario, esta es por sí misma
lo opuesto, noche oscura, cuerpo pesado y espeso.

8,60

El orden de todas las cosas verosímiles te revelo 
para  que nunca te aventaje ninguna interpretación de los mortales.

   

9,1

Pero, puesto que todas las cosas han sido nombradas Luz y Noche, 
estas y aquellas conforme a sus potencias.
Todo está lleno conjuntamente de luz y noche sombría,
ambas iguales, pues nada hay entre una y otra.

   

10,1

Conocerás la naturaleza del éter, yo
los signos que se hallan en él y la acción aniquiladora
de la pura antorcha del brillante Sol y de dónde provienen ;
averiguarás las acciones, el movimiento circular de la Luna de ojo redondo
y su naturaleza ; sabrás también el cielo que todo lo circunda
de dónde proviene y cómo la Necesidad que lo rige lo encadenó.
manteniendo  los límites de los astros.

   

11,1

Cómo la Tierra y el Sol y la Luna 
y el éter común a todos y la celeste Vía Láctea y el Olimpo
remoto y la fuerza ardiente de los astros se lanzan hacia su nacimiento.

   

12,1

Las [coronas] más estrechas serán llenas de fuego puro, 
las que vienen después, de noche ; pero en medio se proyecta una parte de
fuego.
En el centro de éstos la divinidad que todo lo gobierna.
Pues en todo es el principio del odioso nacimiento y de la unión.

12,5

Impulsando a la hembra a unirse con el macho y, contrariamente, 
Al macho a la hembra.

   

13,1

El primero de todos los dioses es Eros, por ella concebida.

   

14,1

Brilla por la noche errante entorno a la Tierra con luz prestada.

   

15,1

Siempre mirando hacia los rayos del Sol.

   

16,1

Según como es la composición en todo momento de los órganos engañosos, así se presenta el pensamiento a los hombres. Pues lo mismo
es lo que piensa y la naturaleza del pensamiento,
en todos y cada uno de ellos. Porque lo más abundante constituye el
pensamiento.

   

17,1

Los muchachos a la derecha, las muchachas a la izquierda.

   

18,1

Cuando el hombre y la mujer mezclan a la vez los simientes del amor,
la fuerza que informa en las venas a partir de sangres opuestas
modela cuerpos bien constituidos si guarda un justo comportamiento.
Pues si las fuerzas luchan, habiéndose mezclado las simientes,

18,5

y no se avienen en el cuerpo formado por la mezcla, funestas 
vejarán por su doble simiento el sexo del que nace.

   

19,1

Así según la opinión, estas cosas han nacido y son ahora, 
y después, pasado el tiempo, crecerán y morirán.
Los hombres han decidido para cada una un nombre determinado.

 

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