Mujeres y hombres: El eterno binomio

Existen muchas corrientes que abogan por la desaparición de la marca de los géneros al considerar que la diferenciación es precisamente la causa de la discriminación.

Estas corrientes han creado fórmulas para no distinguir la multiplicidad humana en dos únicas formas de nombrarla: mujeres y hombres y, para hacerlo, también han acudido al ámbito del lenguaje.

Para hacernos una idea, pondremos un ejemplo de esto. Bastaría a veces únicamente por hablar de las personas como eso: como personas. Ésta puede ser una fórmula.

Otra que utilizan es la del usar la “x” en lugar del género cuando nos estamos refiriendo a las personas (esto no se aplica con los géneros gramaticales de los objetos, los lugares, etc.). Por ejemplo: chicxs, novixs, lxs artistas. La x sustituye así tanto a la “a” como a la “o”.

Hemos acudido a este ejemplo para que podamos ver que el lenguaje también puede ser modificado por quienes lo usan y, de hecho, muchas personas ya usan estas fórmulas al igual que economizan los discursos cuando escriben mensajes de texto.

Si bien es cierto que existen muchísimos espacios desde donde se defiende “la norma”, también lo es que “la norma” no parece importante a todo el mundo y que ambas posturas tienen un porqué y una razón de ser: y es que no todas las personas desean pasar por los filtros lingüísticos normativos para poder expresarse o para que su expresión sea lícita o no.

Sin embargo, en este curso daremos pautas de un lenguaje más incluyente que el que usamos diariamente pero que usa claves que también prevé el propio lenguaje denominado “normativo”.

Lo hacemos así porque queremos visibilizar que con las herramientas actuales también se puede ser incluyente si hacemos  un uso incluyente del lenguaje y porque también consideramos que este camino ayuda a tomar mayor conciencia sobre nuestros usos.

Lo que queremos decir es que sustituir determinadas letras por “una x” (por ejemplo) puede ser relativamente fácil y no requiere de mayores esfuerzos. Esto es precisamente lo que ocurrió cuando se popularizó el arroba (@) en esto de los géneros; algo que desaconsejamos profundamente desde aquí.

Esto es así porque, tras la experiencia adoptaba en esto del lenguaje, hemos podido percibir que empezar a usar las propias herramientas previstas nos enseña a redescubrir el lenguaje desde otro punto de vista y a ver que —aunque existen muchas formas de nombrar el mundo—hemos escogido solo una que ha resultado ser la más excluyente. Veremos entonces esas claves que el lenguaje prevé.

 

Mujeres y hombres: El eterno binomio

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