Ética profesional

LA COMPETENCIA PROFESIONAL.

El término competencia puede ser entendido en dos sentidos: como capacidad para desempeñar una labor, y en ese caso de dice que el individuo es competente; y como suficiencia para desempeñar un trabajo, y entonces se dice que los individuos están en competencia.

En el sentido de capacidad, Aquiles Menéndez, en su obra Ética Profesional, dice que la competencia "debe significar en la conciencia de todo (profesional) un compromiso personal y una colaboración dinámica y permanente de todo su ser, en toda su dimensión física y espiritual, con una tendencia conjunta hacia el bien común".

Para garantizar esa colaboración propone tres campos en los cuales debe concretizarse la competencia profesional: competencia intelectual, competencia moral y competencia física.

COMPETENCIA INTELECTUAL.

Se puede definir la competencia intelectual como la "posesión de la ciencia y la sabiduría" que todo profesional debe tener.

En este caso, es necesario precisar que la posesión absoluta de la ciencia y la sabiduría no es posible, pues la dinámica misma del conocimiento hace que éste se incremente constantemente.

Dice Aquiles Menéndez que la competencia intelectual debe comprenderse en dos momentos: como competencia técnica y como competencia humanística.

En el primer caso, se trata de un conocimiento teórico y sistemático de las ciencias que se refieren a la profesión, al mismo tiempo que la capacidad de aplicar esos conocimientos a los problemas que se le presentan en su vida profesional; se trata, en rigor, de armonizar la ciencia y la experiencia.

En el segundo caso, se insiste en la necesidad del profesional de mantenerse con una dimensión humana abierta a los demás y al deber, con una dimensión abierta a la experiencia estética y a la solida­ridad con el mundo y con los demás, con el fin de evitar que el profesional se con­vierta en una máquina eficaz, pero no humana.

COMPETENCIA MORAL.

La competencia moral se refiere a la necesidad que el profesional tiene de referirse a un bien, al bien; esa necesidad se refleja en la vida según la virtud, en la vida virtuosa, la cual se manifiesta en el sentimiento de rechazo a todo lo que aparezca como oscuro, injusto o dudoso, a la vez que en la conciencia de la dignidad de la profesión.

Aquiles Menéndez distingue dos virtudes profesionales: la justicia y la caridad. La primera se vuelve un imperativo para el profesional, en la medida en que es depositario de un bien social (de cultura) del que debe dar cuenta a la sociedad en que vive.

La segunda, se refiere a la necesidad de que el profesional se dedique a un servicio desinteresado de todos los demás miembros de su sociedad, aunque, en un sentido de justicia, no esté obligado a ello.

COMPETENCIA FÍSICA.

Muchas veces, algunos profesionales fracasan en sus respectivas profesiones porque son físicamente incapaces, no tienen la aptitud necesaria para llevar sus labores profesionales a un feliz término.

El principio de la competencia física es la Higiene Mental y Física.

La Higiene Mental se referirá al conjunto de disposiciones necesarias para aceptar el propio trabajo y gozar del mismo, mientras que la Higiene Física se refiere al mantenimiento de la capacidad física para desempeñar a cabalidad un trabajo.

DEBERES PROFESIONALES.

Cada una de las profesiones implica una serie de deberes que le son propios, debido a la peculiaridad de esa profesión, como es el caso, por ejemplo, del secreto profesional.

Médicos, Abogados, Economistas, Políticos, Psicólogos, Periodistas, etc., tienen una serie específica de deberes peculiares de su labor, además de los deberes generales ya explicados.

Será interesante investigar en  cada  caso,  cómo un profesional entiende sus deberes específicos.

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