El trabajo de los músculos profundos

El trabajo de los músculos profundos 

 

Los músculos profundos del tronco por lo general forman numerosos haces pequeños que van de vértebra a vértebra o de una vértebra a las dos o tres más cercanas, o de las vértebras a las costillas.

Son profundos y se encuentran muy cerca de los huesos. 

Son capaces pues de actuar de forma muy precisa de vértebra a vértebra, colocando o sosteniendo las vértebras, unas sobre otras, de un nivel a otro. 

Sin embargo, por el hecho de estar cerca de las palancas óseas, poseen un pequeño brazo de palanca (poca potencia). 

Por otro lado, no son voluminosos. 

No están hechos para movimientos de gran amplitud, sino más bien para una acción constante de mantenimiento y de "recuperación" del apilamiento vertebral. 

Por ejemplo, la cabeza se "sostiene" sobre el cuello a lo largo del día gracias a la acción de este tipo de músculos. 

Los músculos superficiales están situados, en su mayor parte, bajo la piel. 

Son mucho más macizos, mucho más largos o anchos, franqueando distancias considerables. 

No están hechos  para acciones de precisión. 

Por el contrario, situados lejos de las palancas óseas, poseen un gran brazo de palanca, y en consecuencia una gran potencia, están hechos a medida para los movimientos de fuerza o de gran amplitud. 

Tienen vocación para la acción intermitente y potente. 

A nivel del tronco, la musculatura profunda es la que nos permite estar erguidos en la verticalidad y mantenernos en ella, incluso si desplazamos algo el centro de gravedad del cuerpo, por ejemplo, al levantar un brazo, o al inclinar la cabeza, etc. 

La sensación que tenemos cuando hacemos uso básicamente de estos músculos "cerca de los huesos" es una sensación de muy pocas contracciones musculares. 

Es el tipo de sensación del que haremos uso en los trabajos de alineamiento vertical. 

En este tronco erguido en la vertical, los músculos superficiales nos permiten acciones de mayor amplitud, pero durante tiempos más limitados (por ejemplo al inclinarse hacia delante, o al arquearse hacia atrás, etc.) 

Es importante comprender la distinción de estos dos funcionamientos y proponer en todos los cursos ejercicios en los que hagamos uso de ambas familias de músculos. Así como ejercicios en que se usen simultáneamente. 

Todo esto tiene una importancia considerable en nuestros días, en que gran cantidad de individuos cada vez más jóvenes sufren de la espalda. 

La musculatura profunda, en general, está "desprogramada", y se ha dado en asimilar el hecho de que erguirse en la vertical supone una idea de esfuerzo, de enderezamiento. 

Entonces, se hace uso esencialmente, de los músculos superficiales, los cuales no están hechos para realizar un trabajo permanente. 

Este "enderezamiento" no puede ser mantenido durante mucho tiempo, y la espalda se hunde (derrumba) de nuevo, rápidamente, al cesar el trabajo tan costoso de mantenimiento.

La musculatura superficial es, a menudo, el centro de contracturas, de dolores difusos, y el individuo buscará una distensión: sillón blando, asiento con respaldo, o espalda hundida sobre sí misma.

Estas posturas, si bien descansan la musculatura, sobrecargan los discos: es por ello que una disfunción (más que una debilidad) de los músculos del tronco es a menudo el origen de las patologías discales.

 

 

 

 

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