Adolescencia y transición
La adolescencia como etapa evolutiva no sólo marca la transición entre la inmadurez física, social y sexual de la infancia y la madurez física, social y sexual de la edad adulta, sino que también supone cambios en el contexto que rodea al adolescente.
Los cambios físico que inician esta etapa están fuertemente relacionados con los cambios psicológicos y contextuales que experimenta el adolescente, por lo que cualquier cambio a un nivel puede provocar alteraciones en los demás.
Una consecuencia de los cambios cognitivos es la llamada audiencia imaginaria que no es más que una excesiva autoconciencia, que les lleva a pensar que otras personas están tan interesadas en sus preocupaciones y comportamientos como ellos mismos, lo que les lleva a desarrollar un cierto egocentrismo.
Esta característica podría explicar por qué determinados adolescentes actúan como si todas las personas de su alrededor estuviesen atentos a él/ella. Sirva como ejemplo la frase “es que nadie me comprende”.
Otra característica es la fábula personal, la cual hace referencia a que los adolescentes tienden a pensar que sus experiencias son únicas y no se rigen por las mismas reglas que la de los demás, esto puede provocar que chicos y chicas asuman riesgos en cuanto a drogas, seguridad vial o relaciones sexuales dejándose llevar por la sensación de “eso a mi no me va a pasar”.
Sin embargo, muchas de las nuevas características surgidas durante esta etapa estaban, de alguna manera, presente en la etapa anterior.
Por ejemplo, determinados rasgos temperamentales mostrados antes de los seis años pueden predecir, de manera bastante fiable, muchas de las características de la personalidad al final de la adolescencia.
Hablamos de rasgos relacionados sobre todo con la personalidad como son el temperamento, la autoestima o la introversión.
Es cierto que la mayoría de los cambios que se producen en la etapa de la adolescencia se dan en los primeros años (entre los 10 y 14 años), sin embargo durante esta etapa, y al final de ella, podemos observar una transición hacia la vida adulta que se centra más en rasgos sociales que biológico como finalizar los estudios y buscar un empleo o empezar una vida independiente del núcleo familiar.
