Los roles del género

En nuestra sociedad, el género es uno de los rasgos más definitorios que utilizamos desde edades más tempranas, por lo que no nos resulta extraño que niños y niñas se describan o se ubiquen en un determinado grupo de género (masculino o femenino) por ejemplo “soy una niña”.

Estas descripciones van en función de una serie de valores y estereotipos marcados por cada grupo social y cultural.

Desde los primeros meses de vidas podemos observar ciertas diferencias entre bebes de diferentes sexos en cuanto al desarrollo, así las niñas presentan una maduración más temprana que los niños.

Sin embargo, las semejanzas en este sentido son más comunes que las diferencias, pudiéndose encontrar más diferencias evolutivas entre niños o niñas individualmente, que entre la media de éstos.

Sin embargo, si que podemos ver diferencias más evidentes en cuanto a los rasgo de personalidad o del desarrollo social.

Es suficiente con pasar unos cuantos minutos en el patio de un colegio en el que podremos observar como niños y niñas realizan diferentes tipos de juego o qué compañeros y juguetes eligen para ello.

Además de éstas, encontramos otras diferencias en el ámbito de la personalidad, por ejemplo, las niñas desde los 2 o 3 años se muestran más sensibles que los niños, del mismo modo que expresan más las emociones e interpretan mejor las emociones que expresan niños y adultos.

En cuanto a los niños se ha detectado en estas edades que utilizan más la agresividad, tanto verbal como física, que las niñas.

Hay que dejar claro, que estas diferencias responden a pautas culturales o marcadas por la sociedad, por lo que encontramos diferencias en niños/as de diferentes etnias y culturas, siendo la descrita la que se asemeja a la sociedad en la que vivimos.

Sin embargo, lo que es claro es que muchas de estas diferencias van manteniéndose e incluso acentuándose a medida que niños y niñas van creciendo.

Cuando hablamos de roles de género nos referimos a una serie de expectativas y atribuciones relativas a cómo deben comportarse un niño o una niña en una determinada sociedad por pertenecer a un género u a otro.

Los niños y niñas de 2 años de edad ya son capaces de reconocerse en un grupo u otro en función de los accesorios o ropas que se relacionan con cada género.

Sin embargo y aunque cada vez más van adquiriendo conciencia de género, los niños/as de estas edades no muestran comportamientos muy estereotipados, un ejemplo es que un niño puede jugar con las cocinitas, podemos decir que comparten gustos.

A partir de los 4 o 5 años empiezan a aparecer conductas muy estereotipadas que se prolongarán y acentuarán en años posteriores.

Por lo general, los roles se presentarán para niños y niñas como reglas inquebrantables, siendo más intransigente el grupo de los niños que de las niñas, por ejemplo será más tolerable para ellos, que una niña juegue al fútbol más que un niño juegue a saltar la comba.

La correspondencia a un género u a otro no es más que la aceptación de valores, costumbre y hábitos de la sociedad en la que se desarrollan.

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