Cuidados del enfermo en fase terminal (IV). Confusión. Depresión

F) DELÍRIUM O CONFUSIÓN.

Delírium o síndrome confusional agudo  es el término usado para definir los trastornos de las funciones mentales que de manera aguda, transitoria y global producen alteración del nivel de conciencia. O sea, son estados en que la situación del enfermo oscila entre estar adormilado y estar despierto e incluso agitado y nervioso y que se deben a alguna enfermedad o a alguna circunstancia como, por ejemplo, tomar algún tipo de fármacos.

Las causas pueden ser muchísimas: fármacos, infecciones (neumonía, infección de orina), fiebre, el dolor, la deshidratación, cáncer, los problemas cardiacos como las arrítmias o la insuficiencia cardiaca, problemas pulmonares, del riñón, digestivos... Es frecuente que existan varias causas al mismo tiempo.

Cuando el paciente aún tiene cierta capacidad de comunicación o sea, cuando su demencia aún no está muy avanzada, se puede pensar que ha iniciado un delírium por la presencia de un cuadro de aparición brusca y curso fluctuante (unas veces están mejor y otras peor) que cursa con falta de atención y pensamiento desorganizado (piensan muchas cosas al mismo tiempo).

El delírium en un enfermo que ya tiene demencia senil evolucionada puede ser de muy difícil diagnóstico ya que estos pacientes tienen una capacidad de comunicación verbal muy reducida o incluso ausente, y es muy común que estos enfermos presenten como única manifestación de delírium un cuadro de agitación o agresividad. Por lo tanto, es muy fácil confundirlo con lo que es una manifestación, como otra cualquiera, de la propia enfermedad.

El manejo del paciente con delírium debe iniciarse por identificar cual o cuales son los factores desencadenantes del cuadro y corregirlo. 

Si el enfermo está agitado se aconseja administrar sedantes, tranquilizantes....

Otras medidas de tratamiento escapan al contenido de este curso.

 

 

G) DEPRESIÓN.

Aún se desconoce qué porcentaje de enfermos con demencia senil avanzada padece depresión. Esto es así porque, lógicamente, es muy difícil saber lo que realmente piensa un paciente con esta enfermedad cuando ya apenas puede comunicarse o, pudiendo hacerlo, emite frases sin sentido. 

Por todo ello, es fácil entender que es muy probable que haya muchos enfermos con demencia avanzada que se encuentren deprimidos pero que no estén recibiendo tratamiento adecuado. Con estos pacientes, además, es muy frecuente que se confunda la depresión con apatía o con falta de ganas de hacer nada.

La depresión y ansiedad pueden percibirse, cuando el paciente aún conserva una cierta capacidad de comunicación, observando cambios sutiles de conducta y/o comportamiento del enfermo.

Por tanto, el diagnóstico de depresión se ha de hacer con la observación del paciente, la información que aporta la familia y, si es posible, el empleo de algunas escalas médicas.

A la hora de poner tratamiento hay que intentar saber cual ha podido ser la causa de la depresión del enfermo, aplicar medidas de soporte del estado del ánimo del enfermo y usar antidepresivos (aunque aún no está claro que estos fármacos sean muy útiles en la demencia senil avanzada).

julio yañez gonzalez-irun

Medicina de familia.

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