Problemas de conducta y alteraciones psicológicas (IV). El cuidador

¿QUÉ PREPARACIÓN HAN DE TENER LOS CUIDADORES ANTE LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA Y LAS ALTERACIONES PSICOLÓGICAS DE LOS ENFERMOS CON DEMENCIA SENIL?

  • En primer lugar, por supuesto, hemos de tener en cuenta que es imposible cuidar bien de estos enfermos si no se tiene una actitud extremadamente paciente y tolerante con ellos.
  • El cuidador ha de saber aceptar el carácter progresivo del trastorno; esta enfermedad no tiene cura hoy en día. No debe desesperarse ni "perder los nervios".
  • Asimismo, debe entender que los PCAP producen una serie de actitudes, creencias y comportamientos anómalos que son solo síntomas de la enfermedad, al igual que ocurre con la pérdida de memoria u otros déficits intelectuales. Por tanto, la cura de estos síntomas no depende de explicárselos al paciente o de que el enfermo "ponga más empeño" en evitarlos (si el paciente está deprimido no suele servir de nada decirle que ha de animarse o darle mil explicaciones de porque ha de estar contento o feliz). El enfermo no se va a poner bien por un acto de voluntad; ni puede ni podrá curarse sin ayuda de otras personas. Mientras tanto... mucho cariño y buen trato que siempre son las mejores armas con estos pacientes.
  • El cuidador siempre ha de estar pendiente de las situaciones que desencadenan o favorecen la aparición de los problemas de conducta y las alteraciones psicológicas (por ejemplo, el paciente que se altera muchísimo en las horas previas a la ducha). También debe vigilar qué factores pueden hacer qué disminuyan o mejores los síntomas (por ejemplo el enfermo que se tranquiliza cuando se le pone un poco de música relajante...). 
  • No debe dudar en pedir apoyo a otros miembros de la familia, instituciones o asociaciones de ayuda cuando la situación empieza a superarle. No hay que esperar demasiado para solicitar dicha cooperación pues puede ser mucho peor diferirlo, tanto para el paciente como para el propio cuidador.
  • Tampoco se debe demorar el pedir ayuda cuánto antes cuando se piense que es necesario el apoyo de los profesionales sanitarios (médicos, enfermería), ya sea porque surjan dudas o, sobre todo, si van apareciendo signos de sobrecarga o de claudicación en la tarea de cuidar.
  • El cuidador ha de estar informado sobre la enfermedad especialmente en cuanto a los problemas de conducta y los síntomas psicológicos. Se recomienda siempre que tengan formación e información para realizar bien su tarea de cuidar. Deben conocer técnicas de manejo de los PCAP que posibiliten la adopción de una actitud idónea y confiada ante los problemas que pueden generar dichos PCAP en la vida del enfermo. Han de aprender a mirar al paciente con demencia senil sin miedo, con mucha tranquilidad y con confianza en su propia actuación. La inseguridad y "los nervios" del cuidador generan mucha más ansiedad en el paciente que, en contra de lo que pueda parecer, capta perfectamente los miedos y dudas de la persona que ha de cuidarles. 
  • El cuidador ha de comprender que muchos de los PCAP carecen de una terapia específica y que, con frecuencia, se han de usar tratamientos que no tienen demasiada  eficacia... pero han de usarse.
  • De le misma manera, corresponde al cuidador vigilar la aparición de posibles efectos secundarios de la medicación (nauseas, pérdida de apetito, diarrea, erupciones en la piel, incremento de la agitación...) y comentarlos cuanto antes con los médicos que los hayan prescrito. 
  • El cuidador externo ha de "tener una vida" más allá del paciente. Tiene derecho a sus periodos de descanso y de vacaciones como cualquier trabajador normal.  Por desgracia, no es nada infrecuente y, de hecho, cada vez se ve con mayor frecuencia, la situación del cuidador que prácticamente vive con el paciente (incluso duermen cerca de él); estos trabajadores, sin apenas descansos ni tiempo libre, están "condenados" a sufrir sobrecarga del cuidador (más tarde o más temprano, tan solo es cuestión de tiempo). Ni qué decir tiene que ello redundará en todos los familiares y personas cercanas al cuidador muy negativamente y, en último extremo, el paciente será el que sufra las consecuencias de esta situación que, prácticamente, podemos calificar de "explotación laboral" del cuidador y que es, como todos sabemos, tan frecuente en nuestro país.
  • Aunque normalmente suele ser algo menor la sobrecarga del cuidador que es familiar directo del paciente (esposa o esposo, hijas o hijos que conviven con el enfermo) también es necesario que tenga sus periodos de descanso y "desconexión"... de lo contrario también acabarán presentando síntomas de sobrecarga.
  • Por último, haremos referencia a la otra situación que se da habitualmente en España y que yo creo conviene nombrar por lo que tiene de injusto y, por desgracia, de frecuente, en nuestro país. Nos referimos al cuidador/a que es familiar cercano al enfermo y que vive por y para él mientras el resto de la familia disfruta de su propia vida sin apenas ayudar en el manejo del paciente. Se suele dar, además, la paradoja injustísima de que estos familiares que apenas cuidan del paciente siempre son los que más critican la actuación del "pobre cuidador" que sí vigila y ayuda al enfermo continuamente. Es muy frecuente, además, que estos familiares "despegados" acudan muy de tarde en tarde a la consulta de médicos y enfermeras para quejarse por la poca atención que se presta al paciente (¿remordimientos por su poco interés?). Los profesionales sanitarios de las residencias geriátricas españolas saben mejor que nadie de qué estamos hablando...

julio yañez gonzalez-irun

Medicina de familia.

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