Seguridad del paciente (I). Deambulación: escapadas y marchas errantes

Los enfermos con demencia senil frecuentemente deambulan y se pierden por las calles; incluso por su propio domicilio. Cuando se les pregunta a donde van no saben responder o contestan alguna respuesta incoherente ("voy a recoger al gato a la guardería" o "voy a ponerme un abrigo porque estoy muerto de calor").

Según algunos estudios, más del 60 por ciento de estos pacientes deambulan sin rumbo fijo y se ha llegado a calcular que, de no ser encontrados en 24 horas, más de la mitad de ellos pueden llegar a correr un serio peligro.

 

A) ALGUNOS FACTORES DE RIESGO DE DEAMBULACIÓN.

  • El enfermo olvida localizar sitios o lugares que siempre le han sido familiares. Por ejemplo, se pierde cuando intenta ir al baño, la cocina o el dormitorio.
  • Insiste en "irse a su casa" cuando ya está en casa.
  • Trata de cumplir con obligaciones que tenía en el pasado como, por ejemplo, ir a trabajar.
  • Sale a pasear o coge el coche y regresa más tarde de lo esperado para lo que dice que ha hecho (por ejemplo, afirma que ha ido a comprar el pan a la tienda de la esquina y ha tardado más de dos horas en volver).
  • Da la sensación de haber estar ocupado en algo y en realidad no ha hecho  nada (por ejemplo, le vemos "trabajar" con sus plantas y cuando acaba con ellas estas están igual o incluso peor de como se encontraban antes de que el enfermo se pusieran a "arreglarlas").
  • Se inquieta en lugares muy concurridos de gente como por ejemplo, en los centros comerciales.

 

B) ALGUNOS CONSEJOS PARA REDUCIR EL RIESGO DE DEAMBULACIÓN.

  • Hay que facilitar que el paciente pueda realizar actividades que le entretengan durante el día (barrer, limpiar la cocina, ayudarle a hacer la cena, leer el periódico o ver la TV...).
  • Estimularle para que haga ejercicio físico y se canse; esto puede mejorar su ansiedad e inquietud.
  • Hay que asegurarse de que tenga todas sus necesidades básicas cubiertas (alimentación, hidratación, aseo...).
  • Evitar los lugares con mucha actividad y muy atestados de gente. Pueden causarle una notable confusión y desorientación y el impulso de huir de aquel lugar.
  • Es muy importante que el paciente lleve siempre adecuada información de su identidad, domicilio y teléfonos a los que llamar si se pierde (brazaletes, collares, tarjetas con los datos descritos...).Tampoco está de más que en ellos se informe de sus enfermedades más importantes e incluso de su medicación o alergias. Todo ello depende, lógicamente, de cada enfermo y de su mayor o menor riesgo.
  • Puede ser conveniente poner los cerrojos de la casa en lugares altos y poco accesibles.
  • A veces es útil colocar señales de aviso de que el paciente sale de casa: puede ser suficiente con colocar unas latas vacías atadas a una cuerda para que suenen cuando el enfermo intente abrir la puerta del domicilio.
  • También es efectivo colocar señales de "stop" o "parar" en las puertas que dan a la calle. Incluso puede ser eficaz colocar un mueble o, por ejemplo, una cinta transversal delante de dichas puertas.
  • En los lugares más peligrosos (piscinas, pozos, tarimas...) es aconsejable el cercamiento.
  • Siempre es adecuado mantener informados a los vecinos de la situación del paciente. Pueden avisarle si, por ejemplo, el paciente deambula fuera del domicilio.
  • Si el enfermo aún está autorizado a conducir hay que considerar la posibilidad de colocar un aparato de posicionamiento global ("GPS" o móvil con "GPS"). No está de más dificultar el acceso a las llaves del coche por ir "quitándole las ganas de conducir". Siempre que sea factible, acompañarle en el coche.
  • Una consejo final que añadimos aquí porque la experiencia demuestra que es en el tema de la deambulación errática donde con más frecuencia "se pierden los papeles" en el cuidado de estos enfermos. Es necesario dar seguridad y tranquilidad al paciente si se siente perdido, abandonado o desorientado. Además, hay que tener en cuenta que todo de lo que se ha hablado en este tema se ha de hacer con el máximo respeto a la dignidad del enfermo. Jamás se ha de gritar a un paciente con demencia senil ni tratarle mal, haga lo que haga. Él no es consciente de los trastornos tan importantes que genera en la vida de los demás y, especialmente, en sus cuidadores. El maltrato psicológico y, por supuesto, físico, sólo empeorará la situación. Si no nos sentimos preparados para cuidar al paciente hemos de delegar la carga en otras personas, por el bien de todos.

julio yañez gonzalez-irun

Medicina de familia.

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