Teorías sobre la Administración del Personal

La historia de la humanidad está repleta de historias en las que siempre ha habido vencedores y vencidos. Los vencedores son los que han escrito la historia, son los que se han quedado con lo mejor de todo; son los que siempre han mandado y se han hecho obedecer por los conquistados, por los débiles, por los que menos tienen, por los pobres y por los tontos.

Los reyes, sus descendientes y todos sus súbditos creían que los reyes nacían reyes y que los plebeyos nacían plebeyos. Los esclavos negros que fueron llevados a Inglaterra y luego a los Estados Unidos de Norte América, son una prueba viviente de esta explotación del hombre por el hombre.

Los nazis Hitlerianos, que mataron a 6 millones de judíos, son la prueba más reciente de esta situación absurda de supremacía de razas.

Y así en las empresas de todo el mundo y desde siempre, los jefes han estado para que los empleados trabajen mucho; que no se hagan guajes (bobo, tonto), que rindan lo más posible con los salarios y prestaciones más bajas posibles.

En este pueblo mágico hay un hotel que le paga al bell boy (maletero y recepcionista en la puerta) $80.00 diarios de lunes a domingo y de 08:00 am a 20:00 pm (12 horas) lo que significa a $6.66 la hora). Como ve, no goza ni de un día de descanso; no tiene seguro, ni vacaciones, ni aguinaldo. Es seguro que firmó una renuncia en blanco y por hambre, tiene que aguantar, sin chistar, este empleo.

Esta actitud, este modo de pensar y actuar con los obreros y empleados, ha prevalecido desde tiempos muy remotos. Esta teoría utiliza un enfoque descendente, es decir, el jefe dice qué hacer, cómo hacerlo y dónde hacerlo; ¡punto y se acabó!

 

Va de cuento: En uno de los varios laboratorios en que laboré, tuve un jefe que me mandó hacer “x” trabajo; al día siguiente fui a verle y le dije: “he estado pensando en que tal vez sería mejor hacerlo así”; lleno de rabia me lanzó a la cara esta respuesta: “¡no te contraté para que pensaras, sino para que hagas lo que te mando como yo lo digo”! ¡Cuás!, me retiré enojado, confundido y frustrado.

No cabía la menor duda era un clásico jefe teoría “X”. Aún, hoy día, muchos dueños, gerentes y jefes de pequeñas y grandes empresas, siguen creyendo que hay que tener “mano dura” con los subordinados (empleados y obreros); que no hay que pagarles mucho; que no hay darles tantas prestaciones. Que no hay que contratarlos de planta; que deben de llenar una renuncia en blanco desde que se contratan; que hay que supervisarlos continuamente; que son holgazanes, mentirosos, ladrones, oportunistas, convenencieros, desleales y muchas otras cosas más. En una palabra: ¡son el diablo!

Esta imagen que es tomada en serio por una gran mayoría de empresarios, dueños y gerentes; tal vez tenga cierta razón. Por el otro lado: los empleados y obreros ven a los superiores y dueños como negreros, mentirosos, convenencieros, ladrones, tacaños y muchas otras cosas más; tal vez también ellos tengan cierta razón.

Hay quien afirma que ¡el trabajar es tan feo y horrible, que hasta le pagan a uno por hacerlo!

 

Va de cuento: existe una canción cubana muy guapachosa que habla sobre el trabajo y cuya letra dice más o menos esto: “A mí me dicen el negrito del batey; el trabajar para mí es un enemigo. El trabajar yo se lo dejo todo al buey, porque el trabajo lo hizo DIOS como castigo".

Sin embargo, tanto la postura de los gerentes y dueños como la postura de los empleados y obreros  son ciertas. Y se han convertido en paradigmas globalizados.  

A mediados de los años 40´s un psicólogo y administrador industrial norteamericano llamado Douglas McGregor, postuló sus famosas teorías “X” y “Y” sobre la administración de empleados y obreros.

Con estas 2 teorías, muchos empresarios, administradores y gerentes, se les iluminó el coco y fue entonces que vino otra revolución industrial, pero ahora humanística. EL Dr. McGregor, señaló claramente que la postura “X”, que era la única que prevalecía en el medio empresarial, estaba equivocada y para hacer consciencia, postuló la controvertida Teoría “Y” que destacaba que los empleados eran trabajadores, listos, responsables, leales a la empresa, honestos, proactivos y muchas otras cosas más.

La Teoría “Y” es un método ascendente (los subalternos participan activamente en la implantación de los objetivos). Postula que a los empleados les a grada su trabajo y se comprometen más, si participan en Ia dirección de Ia compañía.

Una vez conocidas ambas teorías, ¿cuál es la mejor? Si contestó que la “Y” no es cierto; si contestó que la “X”, tampoco es cierto. La realidad es que ninguna de las 2 permite una buena administración del personal.

 

Va de cuento: En los años 80´s fui contratado como Gerente de Mercadotecnia de un importante laboratorio farmacéutico trans nacional: Rorer Grup,; la primera acción que tomé fue, contratar personal para que ocuparan el puesto de representantes médicos en varias zonas de la República, incluyendo la capital.

En varios estados me puse a contratar candidatos y una vez aceptados, los remití a la capital para que iniciaran un curso de capacitación en las oficinas centrales.

Los instalé en un hotel llamado “Marbella".  Hice el trato con el gerente del hotel y cuándo me preguntó sobre qué servicios eran los que iba a pagar el laboratorio y cuáles los representantes, le contesté que todos los servicios para mis nuevos muchachos los iba a pagar mi empresa (apliqué la Teoría “Y”).

A la siguiente semana el gerente de ventas (quien me reportaba) me presentó la factura para que yo autorizara su pago, casi me caí del sillón en mi oficina. 5 cuartos dobles (10 representantes), con desayunos, comidas (sólo sábados y domingos porque comían en el laboratorio ) y cenas de toda la semana; la cuenta era por arriba de ¡$22,000.00! ¡Cuás!, la aplicación de la famosa teoría “Y” me había salido ¡como lumbre! Desde se día, me convencí que lo mejor era mezclar ambas teorías, para no tener sorpresitas de un lado o del otro.

Con factura en mano, hablé con mis abusivos nuevos candidatos y les hice ver que se habían comportado en forma inmadura e irresponsable. Y que a partir de ese día los únicos gastos que pagaría la empresa iban a ser por hospedaje, desayunos (por no más de $45.00) y cenas (por no más de $60.00). Comidas de sábados y domingos por no más de $90.00. Y que cualquier tipo de consumo que se saliera de lo que se había establecido, correría por su cuenta. ¡Santo remedio!, “muerta la perra, se acabó la rabia”

 

Teoría “Z”

En la historia anterior, le expliqué el por qué opté por mezclar lo mejor de cada teoría y, en cierta forma, eso es la Teoría “Z”.

La Teoría “Z”,  postula que hay que permitir que los trabajadores fijen sus propias metas con base en lo mejor que ellos creen poder hacer. Sí, pero un momento; esta es la teoría “Y” ¿o no? No, porque eso de permitirles que fijen sus propias metas involucra que primero se les capacite para que, con conocimiento de causa, puedan fijar sus objetivos, sus estrategias y sus tácticas para alcanzar objetivos compatibles con los objetivos de la empresa. El jefe, gerente, dueño o supervisor es el que acepta o no acepta los objetivos, las estrategias y las tácticas de su gente.

Les hace las correcciones pertinentes; les enseña a sus empleados cómo debe hacerse un objetivo, las estrategias y las tácticas para alcanzar la meta en “X” tiempo.

Por lo anterior, la Teoría “Z” postula metas descendentes y planes ascendentes. Los jefes establecen las metas (objetivos) y los empleados son responsables de elaborar los planes (estrategias y tácticas) para alcanzarlas.

 

Va de cuento: Hace poco, me llamó un nuevo cliente (de la comunidad judía), que fabrica vestidos de novia suntuosos (¡el más barato costaba 5 mil dólares!).

La tienda esta enclavada en pleno corazón de Polanco: Avenida Presidente Mazaryk; el personal era una gerente de tienda, dos vendedoras y 5 costureras con una jefa de producción que se dedicaban a trabajar en el terminado de cada vestido, haciendo los ajustes necesarios de acuerdo a las medidas corporales de la novia que lo portaría. El estilo gerencial era teoría “X”; las paganas de este viejo y obsoleto sistema eran las 5 costureras y la jefa de producción.

El principal problema no eran las ventas, era el cuello de botella que se hacía en el dpto. de producción (de acabado), ya que era común que los vestidos no se entregaban ni el día ni en la hora prometida.

Ya se imaginará, querido lector o lectora, los “dramas” que se vivían consuetudinariamente con los clientes. Mi objetivo fue que en un lapso no mayor de 40 días, todos los pedidos fueran entregados en tiempo, forma y modo.

La asesoría se impartiría lunes, miércoles y viernes de las 07:00 a las 09:30 horas (la jornada diaria a la tienda era de 10:00 a 18:00 horas de lunes a sábados).

 

La estrategia fue aplicar la teoría “Z” de principio a fin

El primer día 3 de ellas llegaron retrasadas, todas estaban nerviosas y el ambiente era como si estuvieran a punto de ser corridas, regañadas, vituperadas (criticar a alguien con dureza) y denigradas (ofender la opinión o fama de alguien).

El primer paso fue hacer rapport y conformar un clima de camaradería, respeto, consideración y buen trato. El resultado fue rápido y se apegó a lo que yo esperaba. Había 2 de ellas que seguían “rasposonas” ya que habían sido lastimadas en su orgullo y dignidad; si seguían trabajando allí, era por “el cochino dinero”.

Al 3er día de capacitación e inducción, todas estaban contentas y el rencor (que aún existía en algunas de ellas) no era hacia mi persona, sino hacia la gerente de la tienda (gallina de arriba).

En cada clase fui destacando temas básicos de planeación, organización; de grupos y equipos; de calidad, de cultura mercadológica, de servicio; de ventas y atención al cliente. Así como de reflexiones sobre la vida, la familia, la puntualidad; sobre el buen pensar, el buen sentir, el buen hablar y el buen actuar.

La gerente de ventas estaba sorprendida que “esas gatas” pudieran hacer sus propias estrategias y tácticas para cumplir con cada vestido. Manifestando que no creía que hubieran podido superar las limitaciones propias inherentes a su pobre clase social e intelectual.

Desde entonces me he preguntado: ¿Por qué los judíos, en general, son racistas? Tal vez necesiten que regrese Hitler, para que los haga reflexionar y dejen de creerse que son la raza superior que mueve al mundo.
 

Va de cuento: He citado la frase "gallinas de arriba" en más de una ocasión, pero no he dicho qué significa.

En muchos pueblos y comunidades de este País, se guardan las gallinas en pequeñas cuartos que contienen tiras de madera que descansan a lo ancho del cuarto y se disponen una arriba de otra, dejando un espacio suficiente para que quepan las gallinas arriba y abajo.

Estas aves de corral van entrando conforme cae la tarde y se van acomodando en las tiras; unas quedarán en la primera tira, otras en las tiras de abajo. ¿Cuáles gallinas se la pasan mejor en el gallinero y por qué? -Las de arriba, porque todas las de abajo ¡reciben los desechos de las de arriba!

Por eso llamo "gallinas de arriba" a todas las personas que gozan de un estatus (posición que una persona ocupa en la sociedad o dentro de un grupo social) por arriba de la gran mayoría de la población que les rodea.

 

Colofón de este capítulo: “Recuerde que el capital más importante, con que cuenta su negocio, son sus empleados siempre y cuando usted sea un buen líder”.

Reynaldo Andres Serrano Becerril

Profesor de Mercadotecnia, ventas y atención y servicio al cliente en Universidad Anáhuac 1985-2010

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