La ansiedad tóxica

La ansiedad, como hemos visto, está vinculada a la supervivencia y nos moviliza para responder en situaciones amenazantes.

Se da en todas las personas y por sí misma no es insana ni patológica.

El problema aparece cuando la ansiedad se convierte en un funcionamiento de respuesta crónica nociva que el sujeto no sabe cómo controlar.

Sentir ansiedad puntualmente es normal. Pero en ocasiones, se presenta de forma continuada junto a la sensación de no tener control sobre ella.

La persona ansiosa se llega a preocupar por todo lo que sucede a su alrededor, interpretando cualquier situación como un peligro.

La percepción de amenaza puede surgir aunque no sea real.


La ansiedad patológica no está provocada forzosamente por un peligro auténtico. Puede manifestarse a partir de los pensamientos negativos o las anticipaciones malsanas sobre un hecho.

En estas situaciones, es cuando la ansiedad se convierte en una conducta tóxica.

La ansiedad se manifiesta como tóxica cuando influye negativamente en nuestro patrón de respuesta

 

Para poder evaluar si la ansiedad es sana o tóxica, nos debemos fijar en si ayuda realmente a resolver el problema que nos preocupa.

La dificultad de responder adecuadamente a situaciones normales es uno de los primeros aspectos que nos hacen ser conscientes de que nuestras reacciones no son apropiadas.

La ansiedad tóxica, genera un círculo vicioso entre los pensamientos, las respuestas y las emociones.

Los pensamientos negativos influyen directamente en la sintomatología ansiosa, aumentando su nivel de intensidad.

Este tipo de pensamientos perjudican asimismo que las reacciones futuras sean efectivas.

Entonces, la ansiedad se puede presentar como causa de una valoración excesiva de la amenaza y una depreciación de las aptitudes personales para hacerle frente.

Si reaccionamos de forma no efectiva en una situación, desbordados por el temor y la preocupación por ejemplo, nuestra anticipación frente a la misma amenaza se ve alterada por nuestra experiencia anterior. El sujeto, mediante el aprendizaje real o imaginario, la percibe asociada a síntomas ansiosos y modifica su respuesta futura.

Un sistema de pensamientos negativos distorsionado, preceden a conductas desadaptadas y a conflictos emocionales que pueden evolucionar en un trastorno de ansiedad.

Roser González

Licenciada en Psicología. Terapeuta Clínica. Master en intervención social y comunitaria.

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