Manos a la obra

Duodécima jornada: Manos a la obra.

Cuando escribo algo, pienso sobre ello cuando como, cuando duermo y cuando converso con alguien. Fedor Dostoievski  

Manos a la obra.

El reto está ya frente a ti. Puedes ver la montaña, la cima aparece al mismo tiempo, cercana y distante. Cuando empieces a escalar, no siempre divisarás la cumbre. Cada paso requiere concentración, apoyarse en el lugar preciso y trasladar toda la fuerza en la pisada. Durante mucho tiempo sólo podrás distinguir los nuevos obstáculos que se alzan en tu ruta.

Imagen lección 13

Estás en un mundo desconocido y plagado de incertidumbres. Es normal que puedas sentirte confuso e incluso desanimado (kilómetro 49: «Céntrate»).

Procura personalizar el entorno en que te encuentras. El alpinista procura utilizar el material con el que se siente más seguro y cómodo, guarda sus amuletos y fotos de los seres queridos... Todo vale para reforzar tu identidad en momentos tan delicados (kilómetro 50: «El hábito de habitar tu hábitat»).

Detente de vez en cuando para no perder la visión global y encontrar así, las vías más eficientes y seguras, pues no dispones de todo el tiempo del mundo. Una tormenta se acerca, debes optimizar tus acciones. Si te sorprende el mal tiempo, tendrás que regresar al campamento base y puede que no tengas otra oportunidad de concluir la escalada (kilómetro 51: «Tiempo al tiempo»).

Finalmente, ¡ahí está! La cumbre es tuya. Has conseguido llegar a lo más alto. Contemplas una visión magnífica, todo el territorio aparece ante tus pies. Disfrútalo, es tu momento... Pero recuerda que debes volver al campamento base. La bajada es peligrosa, muchos son los que se precipitan por los Despeñaderos de la Complacencia. Aún te queda mucha geografía por disfrutar (kilómetro 52: «No te duermas en los laureles»).

 

 

Kilómetro 49.- Céntrate. 

Los sueños y la perseverancia son una poderosa combinación. William Longgood

 

Las ideas están ya ahí, más o menos esbozadas, las percibes con nitidez, pero no son todavía hechos, hace falta materializarlas. Muchos proyectos excelentes nunca llegan a ver la luz. Incluso aquellos que logran realizar grandes obras, dejan otras muchas sin desarrollar. Con no poca frecuencia, las ideas se dejan enfriar demasiado, quedan relegadas y derrotadas por las rutinas o las inercias. Especialmente las más rompedoras, aquellas que intentan transformar esquemas y que suponen significativos pasos adelante, suscitan en no pocos casos burlas, miedos, recelos, envidias... los pensamientos dominantes y los intereses creados están al acecho para enviarnos un alud de descalificaciones, obstáculos e impedimentos que entierren nuestros proyectos y hagan que se olviden o que se vuelvan estériles.

Evitar ser sepultados por esta avalancha, depende de nuestra fe, fortaleza y capacidad de elaboración[1]. También del grado de apoyo que tengamos; pero cuanto más elaborada y precisa se muestre esta idea, más probabilidad de que pueda contar con apoyos sólidos.

 

Sumérgete.

Una buena idea merece el mejor de los desarrollos posibles. Déjate llevar por el efecto “Pigmalión”[2]. Como éste, debes sentirte realmente enamorado de tu obra. Entrégate a ella desde el principio hasta el final, cuidando hasta sus más mínimos detalles. La creación en cualquier campo requiere un esfuerzo de elaboración, estructuración, revisión, reelaboración y perfeccionamiento. Centra ahora tu atención en analizar partes y detalles, evaluar la oportunidad y coherencia de cada elemento y aspecto, tomar las decisiones oportunas sobre qué partes conservar en su forma original, cuáles modificar o eliminar definitivamente. Pero al mismo tiempo, la imaginación debe seguir estando abierta para aceptar nuevas ideas de enriquecimiento y mejora.

Céntrate en el trabajo, canaliza todas tus energías, pensamientos, recuerdos e imágenes, haz que todos ellos confluyan hacia ese centro. La concentración en el aquí y ahora es fundamental para aumentar la motivación por la tarea y focalizar todas las energías en el proceso de elaboración. Elimina distracciones y sumérgete plenamente.

 

Persevera.

En la mayor parte de las personas que consideramos genios aparece una inmensa productividad. Thomas Alva Edison hizo famosa la expresión de que la genialidad consistía en un 1% inspiración y un 99% transpiración. Pues bien, predicó con el ejemplo, ya que desarrolló más de un millar de patentes. Bach escribía una cantata cada semana. Mozart produjo más de 600 composiciones musicales. Einstein publicó 248 tratados. T.S. Elliot escribió numerosos borradores de “La Tierra Baldía” donde se alternan buenos y malos capítulos, antes de realizar el documento maestro final.

En un estudio realizado por Dean Kean Simonton de la Universidad de California con una muestra de 2.036 científicos a lo largo de la historia, encontró que la mayoría de ellos produjo una cantidad mayor de obras mediocres o despreciables, que las que fueron consideradas finalmente valiosas por la comunidad científica. Es otro ejemplo de cómo la cantidad lleva a la calidad.

 

Comprométete.

Estas altas dosis de dedicación y concentración que en ocasiones requiere el trabajo, no son siempre fáciles de sobrellevar. En uno de los múltiples y fructíferos estudios llevados a cabo por Howard Gardner, encontró que los grandes creadores llegaron a tener un compromiso absoluto con su trabajo. Compromiso que denomina “pacto fáustico”, en referencia al acuerdo entre Fausto y Mefistófeles, según la obra de Goethe: los creadores, con el objeto de optimizar las condiciones de trabajo, desarrollan prácticas que pueden llegar a ser consideradas irracionales, supersticiosas y compulsivas. Extienden las horas de dedicación al trabajo, no logran desconectar y sacrifican otras actividades que les producían satisfacción e incluso relaciones sociales y personales. En no pocos casos, hasta arriesgan y destruyen sus relaciones con las personas más próximas. Normalmente es un pacto implícito, pero las circunstancias en las que se desarrolla el trabajo pueden desbordar al creador, alterando sus hábitos, carácter y relaciones de forma perjudicial.

Esta puede que sea una de las razones que ha llevado tanto a hablar de la excentricidad de los genios o a considerarlos rayando la locura. Sin embargo, estas conductas son comprensibles si tenemos en cuenta que se trata de actividades donde se ponen en juego muchas energías, se busca la perfección extrema y se pretende rendir al máximo y volcar todo el potencial. Además, con no poca frecuencia, se llevan a cabo en soledad, con ausencia de referencias y apoyos.

En consecuencia, es importante tener muy claro previamente lo que implica el proyecto que has decidido acometer; analizar el tiempo disponible y los sacrificios personales que estás dispuesto a asumir, así como el impacto que va a tener para tus personas cercanas. Debes hacerles en la medida de lo posible, partícipes de tus planes y de las alteraciones que va a suponer para la vida o la relación cotidiana, llegando a acuerdos viables. Todo ello facilitará además, un apoyo que te vendrá muy bien, especialmente cuando atravieses períodos de crisis o de mayor vulnerabilidad.

Los estados de ánimo pueden ser muy fluctuantes y oscilar desde las breves pero intensas sensaciones de “arrebato creativo” hasta momentos de ansiedad, duda, incertidumbre y desmoralización. Suele ocurrir que ciertas tareas que requieren concentración puedan ser menos agradables y hacen sentir incomodidad y desasosiego. Otras veces, puede existir bloqueo en la toma de decisiones al surgir demasiadas ideas que impidan focalizar debidamente la atención, llevando a una ocupación excesiva en tareas de menor importancia. En estos momentos serás más vulnerable a los efectos de los pensamientos negativos.

Cuando así suceda, programa interrupciones y sesiones de descanso activo, recurriendo a técnicas de relajación y concentración u otras actividades físicas que te ayuden a desbloquearte y a volver a “cargar las pilas”.

Desarrollar la concentración es también una buena forma para conseguir converger todas nuestras energías en el trabajo, experimentando las menores interferencias posibles. Y como ya señalábamos en el capítulo 5, para disfrutar plenamente del “aquí y ahora”.

En la siguiente ficha, te ofrecemos unas técnicas que puedes complementar con las técnicas de relajación.



[1] Guilford considera la “capacidad de elaboración” como otro factor clave en el comportamiento creador.

[2] Según la leyenda, Pigmalión creyó firmemente en que iba a realizar la estatua más maravillosa jamás hecha por la mano del hombre. Cuando la finalizó, se enamoró profundamente de ésta. Este mito ilustra el poderoso efecto que tienen las “profecías auto cumplidas”: según las expectativas que tenemos de algo o de alguien, emitimos una serie de conductas que hacen que al final, éstas terminen cumpliéndose.

 

 

 

Ficha de trabajo 49.- Concentración.

Durante unos momentos procura no pensar más que en la actividad que estás llevando a cabo. Concédele la importancia que se merece.

Si por ejemplo, estás tomando el desayuno, concéntrate en cada uno de los movimientos que realizas. El olor del café recién hecho. El sonido del líquido al caer en la taza. Obsérvalo desde distintas perspectivas. Busca la armonía de los gestos, de los movimientos. Piensa: ¿qué podría hacer más agradable y armónico ese momento? Alguna decoración, un mantel con otro color, la decoración de las tazas, la presentación de los alimentos.

Identifica una serie de actividades en tu vida diaria en las que puedes desarrollar tu concentración. Tareas cotidianas, en las que normalmente no te centras, que realizas de forma casi automática. Escoge un grupo de actividades (tres o cuatro), que tengan una duración de al menos un minuto: ducharte, limpiar la casa, cocinar, pasear. Intenta concentrarte sólo en esa actividad. Anota el tiempo aproximado que has conseguido estar inmerso en ella. Intenta lograr un poco más la vez siguiente.

Ficha 49

 

 

Kilómetro 50: El hábito de habitar tu hábitat.

Debo andar con el viento y el agua, abrir ventanas, echar abajo puertas, romper muros, iluminar rincones. Pablo Neruda

 

Modela tu espacio.

En la unidad B, insistíamos en la importancia de ahondar en nuestra identidad y proyectar ésta todo cuanto sea posible y en todos aquellos aspectos y actividades de nuestra vida. Ya que esta identificación favorece notablemente nuestro impulso creador. Este esfuerzo de personalización, conviene extenderlo hasta lo más cotidiano.

El espacio de trabajo, influye en mayor o menor medida en el trabajo realizado. Es importante habitar entornos que sean una extensión de ti mismo, en los que te encuentres a gusto y que lo sientas como tu espacio. En palabras de Csikszentmihalyi, «crear un entorno armonioso, significativo en el espacio y el tiempo, te ayuda a convertirte en personalmente creativo».

El lugar donde realices tu trabajo debe ser lo suficientemente estimulante como para provocar esas ideas inspiradoras y al mismo tiempo, lo bastante neutro para poder concentrarte sin interferencias. Es decir, debe presentar un balance energético, de tal forma que por una parte, no relaje demasiado los sentidos ni que por el contrario, produzca una excesiva activación.

Procura que tu espacio sea una representación y proyección de tu personalidad, de tus gustos e intereses; que te ayude a encontrarte bien, motivándote, estimulándote y proporcionándote una sensación de confianza y optimismo.

Colores, tamaño, características, forma y naturaleza del mobiliario, sillas, objetos decorativos, decoración de las paredes, hasta los artilugios más elementales que utilices, deben decir algo de ti. Lo importante es que te sientes a gusto en este entorno, que te sientas identificado con él, que en definitiva sea tu espacio.

 

Aunque actualmente se empieza a conceder mucha importancia a estos elementos, la preocupación por los mismos está presente desde remotas épocas de la humanidad. Por ejemplo, la cultura china ha desarrollado una ciencia milenaria conocida como Feng Shui, (Feng = viento, Shui = agua). Trata, entre otras cosas, de la distribución armónica de espacios y mobiliarios, seleccionando cuidadosamente la ubicación y dirección de los objetos que nos rodean en nuestra casa o lugar de trabajo.

 

Aspectos básicos a cuidar.

Por muy elementales que parezcan, no debes descuidar los siguientes puntos:

La temperatura de la habitación debe ser de aproximadamente unos 20º. Es decir, debes evitar tanto el frío que produce inquietud motora y falta de concentración, como el calor, que invita a la inactividad y provoca somnolencia. Es importante asimismo que éste se encuentre homogéneamente distribuido y que no existan focos térmicos en la proximidad.

La capacidad de distracción que tiene un ruido depende fundamentalmente de su intensidad y de su distintividad (variaciones y alteraciones con que se desarrolla). Por ejemplo, la voz humana es uno de los sonidos que más hace perder la concentración, independientemente de su intensidad.

Es preferible que la iluminación sea de fuente natural, pero en todo caso, lo importante es que esté bien distribuida. El haz de luz debe entrar a las personas diestras por la izquierda y a las zurdas, por la derecha. En cuanto a la luz artificial, lo mejor es usar una lámpara articulada, adaptable a la posición que más te convenga. Lo más aconsejable es utilizar una bombilla azulada de 60mw., combinándola con la luz ambiental.

Ventilación. Es muy importante que el aire de la habitación se renueve ya que en caso contrario, la falta de oxígeno, produce un aumento de la fatiga.

El mobiliario a utilizar va a depender del tipo de actividad que se realice. No es lo mismo un taller de pintura o escultura que un espacio para la investigación científica. Para un trabajo de carácter intelectual, los elementos esenciales a tener en cuenta, son los siguientes:

- La mesa de trabajo; debe tener una amplitud adecuada para poder trabajar con diversos materiales: ordenador, libros, apuntes, recipiente de bolígrafos, lápices, etc.

Evita los brillos y reflejos molestos. La altura, debe ser proporcionada a la silla y al tamaño del cuerpo. Emplea un atril para lecturas largas, ya que el tener el texto perpendicular a la vista, facilita una lectura relajada y con menor esfuerzo. La distancia idónea entre el libro y la vista es de unos 30 centímetros.

- Es importante que la silla aguante perfectamente el peso del cuerpo y tenga un soporte sobre el que apoyarse. (La espalda debe mantenerse lo más recta posible, intentando al mismo tiempo, relajar los hombros y los músculos del cuello). Los sillones y sofás son útiles para realizar pequeños descansos y actividades de relajación.

- Es conveniente contar en la proximidad a la mesa de trabajo con unas estanterías o librerías que permitan tener el material de consulta necesario a mano.

A pesar que las personas creadoras no son especialmente distinguidas por el orden de sus espacios de trabajo, es siempre aconsejable disponer de un espacio lo más armónico posible. En el trabajo intelectual, el orden ahorra mucho tiempo y contribuye a una mayor claridad y eficacia. La armonía del entorno físico facilita el orden mental y el equilibrio interior.

 

Personaliza tu tiempo.

También es importante tratar de personalizar el horario, acomodando en la medida de lo posible el trabajo a tu propia fisiología. Los ritmos circadianos son diferentes según las personas. De una forma muy genérica, podemos diferenciar entre alondras (personas de activación temprana) y lechuzas (aquellos a los que les cuesta madrugar, pero que presentan una gran activación vespertina).

Es posible que el horario que estás siguiendo no sea el mejor para tus propósitos. Presta atención a cómo se ajusta a tus estados interiores. Intenta flexibilizar y adecuar los tiempos de trabajo a tus características.

 

Ficha de trabajo 50.- Remodelando el espacio.

Ficha 50

 

 

 

Kilómetro 51: Organízate.

Seis servidores tomé que me enseñaron todo cuánto sé. Ellos son: cuánto, cómo y qué, quiénes, dónde y por qué. Rudyard Kipling

 

Una buena organización te ayudará a que tus acciones sean más eficientes, ahorrándote tiempo, trabajo y buena parte de las ansiedades y malestares a los que ya hicimos referencia.

Una vez que has definido en líneas generales cuál es el propósito de tu obra, te conviene consultar la ficha de trabajo 46 y repasar qué aspectos han de ser especialmente cuidados. A partir de aquí, planifica la tarea con detalle.

Una vez que tienes los propósitos bien definidos, (el “qué”), es el momento de trazar los caminos que te conducirán a la meta. Estos pasos constituyen cada una de las actividades o acciones que vas a llevar a cabo. (El “cómo”).

Cualquier actividad creativa requiere para su materialización de unos recursos humanos y materiales, así como de un tiempo determinado. Éstos son a veces recursos críticos, en el sentido de que pueden condicionar de forma absoluta. Si no los prestas la necesaria atención, pueden llegar a mermar tu obra, o incluso imposibilitar su desarrollo.

Es fundamental mantener una visión pormenorizada de todas las actividades a llevar a cabo, considerando éstas en sus unidades más pequeñas, para tener de esta forma, una visión nítida de la cantidad de recursos y tiempo requeridos.

 

Descompón el trabajo en sus unidades mínimas.

Es una tarea sencilla pero que requiere una profunda atención. Te ayudará a:

- Organizar mejor el trabajo, eliminando la repetición u omisión de actividades.

- Programar las actividades, los recursos y calcular los costes.

Para conseguirlo, hay que poner énfasis en:

- No olvidar las tareas obligatorias.

- Contrastar a ser posible, con la opinión de otras personas para evitar omisiones.

- Avanzar la descomposición hasta alcanzar “unidades de trabajo”; es decir, aquellas actividades mínimas.

 

Tabla L1

Ejemplo de descomposición de tareas.

 

A partir de ahora, podemos pasar a definir el quién, dónde, cuándo y con qué.

Tiempo al tiempo.

El recurso tiempo suele ser un factor crítico o al menos especialmente relevante en la mayor parte de nuestras actividades, sobre todo en nuestro desempeño profesional. Como bien suele decirse, el tiempo es oro.

Pero también en aquellas actividades en las que no parezca existir una constricción temporal aparente o explícita, conviene ser igualmente cuidadoso y fijarse unas metas temporales, ya que éstas ayudarán a mantener la tensión creadora, evitando dispersar excesivamente esfuerzos y malgastar el tiempo en acciones improductivas. Una obra consume todo el tiempo que tengamos disponible para llevarla a cabo. Si analizamos el tiempo dedicado a la realización de un proyecto, veremos que normalmente se cumple el «Principio de Pareto»: la mayor parte del tiempo apenas se avanza y es en los últimos momentos cuando se realiza el mayor porcentaje del trabajo.[1]

Por otra parte, hay que saber dar por acabado un trabajo. De lo contrario, llegará un momento en que toda actividad que realices, en cambio contribuir a la mejora, genere distorsiones o mermas en la calidad de la obra. Es mejor cerrarla a tiempo y tal vez, después de un periodo, teniendo en cuenta nuevas ideas y un buen sustrato de opiniones, introducir las modificaciones pertinentes o generar nuevas versiones.

Es importante por tanto, establecer unos tiempos referenciales e intentar cumplir con los plazos estipulados.

 

Establece un cronograma.

El Diagrama de GANTT es un método sencillo para enmarcar cada actividad o proceso dentro de un tiempo concreto. Especialmente útil cuando el plan de acción suponga un proceso largo y complejo y el inicio de algunas actividades dependan de la finalización de otras.

Se representa gráficamente mediante una matriz donde las columnas serían los intervalos temporales y las filas, las diferentes actividades. Mediante líneas horizontales, visualizamos fácilmente el tiempo que estimamos consumirán cada una de las acciones a realizar, teniendo especial cuidado con los “sucesos dependientes”. Esto es, las actividades cuyo inicio está condicionado a la finalización de otras precedentes. El número de tareas y actividades que pueden ser llevadas a cabo de forma simultánea, dependerá de los recursos de los que se disponga; por este motivo, para elaborar un gráfico de Gantt, se empieza reflejando la naturaleza real del plan. Para dibujar el gráfico hay que estimar primero el tiempo que se necesitará para realizar cada paso, desglosando el proyecto en sus unidades de trabajo. Después lo representaremos en la matriz, teniendo en cuenta la secuencia de los distintos pasos. Conviene asimismo, realizar una estimación optimista y una más pesimista.

Tabla L2

Ejemplo de diagrama de Gantt para un proyecto de investigación social.


[1] Pareto era un economista italiano que llegó a la conclusión de que en múltiples ocasiones y en muy diferentes planos de la realidad, una minoría de hechos y acontecimientos (en torno al 20%), producía la mayor parte de los acontecimientos significativos (el restante 80%). Aunque los porcentajes son aproximativos y referenciales, esta distribución se puede encontrar en un buen número de acontecimientos en la organización de nuestro trabajo... ¡especialmente en la utilización del tiempo!

 

 

Ficha de trabajo 51.A.- Descomponiendo.

Completa la tabla, descomponiendo tu proyecto en tareas, actividades y unidades de trabajo. Haz una igual por cada función principal que sea distinguible en el conjunto de la obra.

Tabla51A

 

Ficha de trabajo 51.B.- Diagrama de Gantt.

Aunque hay actualmente disponible en el mercado software de gestión que de forma automática realiza estos gráficos, es bueno que conozcas a fondo su sistemática. Puedes rellenar un modelo con un ejemplo real. Vale cualquier actividad, cuanto más compleja, mejor: organizar una boda, una película o una obra de teatro, una expedición al Himalaya...

Decide las unidades de tiempo con las que vas a trabajar: días, semanas o meses. Sitúa en las filas las actividades principales. Haz una estimación temporal (conviene hacer primero una optimista y una pesimista y establecer el término medio).

Tabla 51B

 

 

 

Kilómetro 52: No te duermas en los laureles.

De toda creación saldrás con vergüenza, porque fue inferior a tu sueño. Gabriela Mistral

 

Culminar una obra conlleva una gran satisfacción. Hemos sido capaces de dar vida a algo y eso es muy valioso. En la segunda jornada, hablábamos de la importancia de reconocer nuestros logros, de festejar y dar importancia a nuestras propias creaciones. Es el momento de celebrarlos y disfrutar de los mismos.

Pero como advertíamos al comienzo de este apartado, tan importante o más que subir la montaña, es descender sin contratiempos. Muchos son los que se pierden en las cumbres del éxito, los que saltan creyendo que lo próximo que pueden alcanzar es el cielo, los que se quedan dormidos en la cumbre y les sorprende la noche o los que se desesperan al ver que después de tanto esfuerzo, nadie les ve, ni ellos logran ver a nadie...

En la cuarta jornada, señalábamos el beneficio del inconformismo, de seguir mejorando continuamente, de no caer en actitudes y posiciones de autocomplacencia que puedan detener el desarrollo. También hablamos de la importancia de la crítica personal. La capacidad autocrítica nos ayuda a revisar nuestras ideas, opiniones y creencias, las cuales siempre debemos considerar como hipótesis o conjeturas pendientes de contraste y verificación y nunca verdades absolutas. Nos permite abrirnos a nuevas experiencias, aprendizajes y oportunidades de desarrollo, a través de la detección de aspectos de actualización y mejora.

La autocrítica requiere y a su vez alimenta la seguridad en uno mismo. Es la inseguridad la que nos lleva a posiciones de negación de otras posibilidades, de otros puntos de vista, corrientes, escuelas o métodos. La que se cierra al cambio y prefiere volver la vista al pasado en lugar de explorar las oportunidades del mañana.

El creador tiene un afán inagotable de mejora continua y de innovación. Frecuentemente, cuando termina una obra, por bueno que haya sido el resultado, se cuestiona: ¿cómo podría mejorar?, ¿con qué más se podría utilizar?, ¿dónde más se podría aplicar?... Sigue trabajando en la obra encontrando y elaborando diferentes versiones. Sin embargo, es capaz de finalizar su trabajo dentro de unos límites, aunque posteriormente revise o retome una obra anterior. 

Te encomendamos una última tarea que conviene realizar cada vez que por “exigencias del guión”, des por finalizado tu trabajo.

1.- Reconoce sus aspectos positivos. Tienes derecho a sentirte orgulloso de ellos y disfrutarlos. ¿Cuáles de estos elementos serían aprovechables, con las debidas matizaciones en otros usos u obras posteriores?

2.- Indaga y detecta aquellos aspectos susceptibles de mejora. Ábrete al feedback de los demás.

3.- Genera y esboza tantas soluciones como seas capaz. Ten en cuenta siempre la percepción probable del destinatario final. Identifica y tantea las posibilidades de cambio, transformación, sustitución, innovación, supresión, aplicación, etc.

4.- Establece unas fechas de revisión.

 

Realiza un análisis DAFO.

Plantéate dos cuestiones fundamentales:

- ¿Cuáles son los puntos fuertes de tu obra?

- ¿Cuáles son sus puntos débiles o áreas de mejora?

Y otros dos aspectos relacionados con el entorno: (gustos del público objetivo, tendencias o modas, grado de saturación de la temática, dificultades técnicas de ejecución, tiempo y recursos disponibles o que de alguna forma puedan ser aprovechados, etc.).

- ¿Qué amenazas pueden surgir?

- ¿Qué oportunidades podrían aparecer?

Y en función de este diagnóstico, piensa en:

- ¿Qué podrías hacer para minimizar los puntos débiles o incluso convertir estos en puntos fuertes?

- ¿Qué oportunidades podrías aprovechar en la superación de las debilidades o en la consolidación de las fortalezas?

- ¿Cómo pueden combatir los puntos fuertes las previsibles amenazas?

 

 

Ficha de trabajo 52.- Análisis DAFO

Ficha 52

 

 

Mapa mental duodécima jornada: Manos a la obra.

Mapa conceptual lección 13

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