Entumismísate

Segunda jornada: “Entumismísate”.

En tanto que haya alguien que crea en una idea, la idea vive. José Ortega y Gasset

lago

Has indagado el terreno, determinado sus coordenadas. Has comenzado a mirar tu posición y a saber donde te encuentras. Ahora vas a profundizar. Para ello, te asomarás al lago de la identidad y sondearás a través de sus aguas. Él te ayudará a responderte: “¿a dónde quiero ir?” (Kilómetro 5: «Tus motivos en acción»). La creación es reflejo y proyección de uno mismo.

Imagenlago

 

Las actividades que más te satisfacen y estimulan son aquellas que con mayor probabilidad impulsarán y desencadenarán tu comportamiento creador. En tus ideas, transmites un trocito de tu “ADN cultural”. La creatividad es un excelente medio para explorarte desde distintos ángulos y dimensiones. “Autoconcepto”, “autoestima” y creatividad constituyen una triada que se relaciona estrechamente. Por lo tanto, la aceptación de la propia personalidad en todas sus dimensiones, ayudará a vencer aquellas inhibiciones y bloqueos que impiden hacer uso de todo tu potencial creador. Las aguas se tornarán cristalinas. En este momento, podrás creer en ti mismo y en tus posibilidades. Podrás comenzar a crear (Kilómetro 6: «Creer para crear»). 

Pero... ¡Cuidado! En el fondo del lago habitan unos seres que gustan de remover la ciénaga y aparecerse amenazadores. Quizá el más peligroso sea «Tirano Destino», quien trata de hipnotizar a sus presas, haciéndolas sentir una extraña sensación de bienestar, apartándolas lejos de su camino (Kilómetro 7: «El desatino del destino»). Además, pueden aparecer otras amenazas que tampoco debes menospreciar: «la Hidra de los Pensamientos Negativos» puede hacerte dudar de tus propias capacidades y propósitos. (Kilómetro 8: «Pensares que traen pesares»). Sin embargo, no deben asustarte. Si les mantienes la mirada, comenzarán a inquietarse y poco a poco desaparecerán. El agua volverá a ser clara y transparente.

 

 

Kilómetro 5: Tus motivos en acción.

Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión. George W. Friedrich Hegel

 

Motivación.

Uno de los elementos en los que existe mayor coincidencia en las investigaciones efectuadas sobre las personas creativas, es su fuerte motivación intrínseca. Es decir, el gusto que experimentan por la actividad en sí misma, independientemente de otras consecuencias externas como el éxito, el reconocimiento o los beneficios materiales.

Podemos afirmar que los creadores trabajan no tanto por el resultado de lo que hacen, ni por la fama, sino por la mera alegría de hacerlo. En este proceso, motivación y curiosidad están fuertemente unidas. Lo cual facilita que se generen múltiples ideas a la vez y se analicen varias posibilidades de forma simultánea.

 

Haz más lo que te gusta y menos lo que no te gusta.

Parece claro que no siempre podemos dedicar todo nuestro tiempo a aquellas tareas más agradables y evitar completamente las que nos disgustan. Sin embargo, no es menos cierto que «nos hacemos» de lo que hacemos. Nuestras sensaciones, atribuciones, “autoconcepto” y “autoestima” dependen en gran medida de lo que realizamos y de cómo lo valoramos nosotros mismos y los demás.

En aquellas actividades que nos resultan más atrayentes invertimos más energías y disfrutamos más, por lo que será más probable que tengamos un resultado exitoso y en consecuencia, generemos unas expectativas positivas cuando nos enfrentemos nuevamente a estas tareas. Realimentando así el círculo de la motivación intrínseca.

Lo primero que conviene hacer pues, es clarificar el campo de lo que verdaderamente te gusta hacer, qué actividades y acciones conectan contigo, con tu forma de ser. En estas circunstancias será más fácil que surja y fluya la corriente de la creación. Creatividad y motivación están íntimamente ligadas. Cuando estamos involucrados en una actividad que nos permite poner en juego todo nuestro repertorio personal, en el momento en que nos sentimos comprometidos con la tarea que estamos llevando a cabo, experimentamos una mayor satisfacción. También hace que nos exijamos mucho, tal vez más de lo que los demás sean capaces de apreciar. Pero eso no importa: estamos cruzando el umbral de lo que A. Maslow denominaba autorrealización personal y ello supone satisfacer la necesidad más elevada del ser humano.[1]


[1] A. Maslow diferencia (1995) entre creatividad primaria que identifica con la autorrealización, la cual nace del inconsciente y todos la experimentamos en alguna medida, siendo en ella donde se produce la inspiración; y creatividad secundaria que tiene que ver con la elaboración y donde juegan un importante papel el talento y el esfuerzo.

 

 

Haz que te guste más lo que menos te gusta.

Desgraciadamente, no siempre podremos evitar una serie de tareas que resultan desagradables, aburridas o que no nos dicen nada. Pero... ¿Cuáles son las razones por las que las percibimos así?

- En ocasiones nos encontramos que ese disgusto se basa en la “inercia histórica” (probablemente siempre las hemos recordado como desagradables o aburridas).

- Otras veces, son fruto de un condicionamiento social; algunas tareas están etiquetadas de forma negativa. Por ejemplo, una tarea cotidiana y doméstica como cocinar, tan potencialmente creativa, era vista hasta hace poco por muchos como una carga pesada. Hoy en día, asistimos a una creciente revalorización de esta actividad.

¿Y qué decir de esos establecimientos donde acudimos a quemar grasas de forma compulsiva? Hay quien evita subir escaleras y sin embargo, está dispuesto a pagar dinero por ir a un gimnasio y pasar largos ratos subido a una máquina ¡que reproduce el ejercicio de subir escaleras!

A aquellas tareas más monótonas y rutinarias, en apariencia resulta más difícil encontrarles algún aliciente. Tendemos a automatizarlas, las hacemos siempre de la misma forma, nos conformamos con alcanzar unos estándares mínimos y les prestamos poca atención consciente. Esto trae normalmente aparejadas sensaciones de aburrimiento y fatiga.

Sin embargo, podemos intentar enfocarlas desde otro punto de vista, probando a enriquecerlas de diversas formas. Son buenas oportunidades para poner en juego la imaginación.

Para comenzar, en cambio darles la espalda, vamos a mirarlas de frente:

- Concéntrate en ellas. Trata durante algunos minutos de no pensar en nada más que en la secuencia de las mismas. Cómo ejecutas cada tarea, cada paso, cada movimiento. Son oportunidades para desarrollar tu concentración, de situarte en el “aquí y ahora”. Pequeños incrementos en estas capacidades, suelen aportar grandes beneficios en múltiples planos de la vida.

- Piensa. ¿Cómo podrías hacer estas tareas de otra forma?, ¿de qué manera podrías realizarlas de forma más eficaz o hacerlas en menos tiempo?, ¿qué podrías inventar que te facilitara la labor o te resultara más agradable?

- Experimenta otras formas y sensaciones a la hora de desarrollar la tarea: hazla más despacio. O más deprisa. Si alguna de estas tareas rutinarias las desarrollas de forma secuencial, trata de hacerlas en paralelo, pasando simultáneamente de una a otra.

- Extrae consecuencias e ideas para otras actividades. 

Y, sobre todo:

Juega.

El juego está presente en el proceso creativo cada vez que cuestionamos las presunciones, al ensanchar las fronteras, cuando probamos asociaciones inusuales o cuando manipulamos tentativamente algún aspecto de la realidad. Es otra piedra angular que debe impregnar todos los quehaceres que pretendamos realizar de forma creadora. Como señala Erika Landau, «el juego implica relativizar reglas existentes, ponerlas en entredicho, tantear otras nuevas, dejar actuar libremente a la intuición y a las emociones...»«Por lo tanto, los límites se alteran, se descubren nuevos horizontes. Aumenta así, la sensación de libertad y el placer de sentir la conciencia de uno mismo, esencial para el comportamiento creador».

El juego aparece en el niño desde muy temprano y a través de él aprende, primero por repetición, después por experimentación, hasta llegar al juego simbólico, cuyo desarrollo posibilitará llegar al pensamiento abstracto.

En la medida que crece, el juego del niño se va cargando de normas, reglas y convenciones necesarias para su socialización e integración en el mundo adulto. Pero, en la medida que atienda más y más a estos aspectos externos, orientará sus energías de forma adaptativa, centrándose prioritariamente en los resultados y olvidará otras variantes y posibilidades del juego.

Una buena forma de dar frescura a tus pensamientos y acciones, de romper encorsetamientos y límites empobrecedores, es recuperar el sentido del juego en estado puro y aplicarlo no sólo a las actividades lúdicas, sino a todas aquellas propias del <respetable mundo adulto>.

Da la mano a tu "niño interior". Probablemente te ayudará a mirar las cosas desde otra perspectiva, descubrir nuevos campos de interés, formas alternativas de realizar las actividades cotidianas. Insistiremos en ello, en la séptima jornada.

 

Ficha de trabajo 5.A.- ¿Qué me mueve?

Analiza:

Ficha 5A

 

Ficha de trabajo 5.B.- ¿Qué me cansa?

Identifica las tareas que te resulten más tediosas:

Tarea

¿Por qué te resulta desagradable?

¿Qué podría tener de enriquecedor? ¿Qué podrías hacer para que fuera más jugosa? ¿Qué puedes modificar para que te resultaran más atractivas y enriquecedoras?
1.-
2.-
3.-
4.-

 

 

 

Kilómetro 6: Creer para crear.

 Tu imaginación, mi querido amigo, vale más de lo que te imaginas. Louis Aragón.

 

Reconoce tus ideas.

Para crear es necesario creer. Creer en las posibilidades de uno mismo y en el valor de nuestras ideas y actos. Cuando tenemos este convencimiento, nos ponemos en disposición de emprender singladuras de gran calado. No basta con que nos lo diga nadie desde fuera. Debemos creerlo realmente.

En Cartas a un joven poeta, Rainer María Rilke ofrece el siguiente consejo:
 
«Usted pregunta si sus versos son buenos... Está usted mirando hacia fuera y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si este móvil extiende sus raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuera permitido escribir.»

No es una tarea fácil. Muchos elementos de nuestra cultura y educación nos han programado en contra:

- La educación recibida, nuestra sociedad, como señalaba E. P. Torrance, nos ha orientado excesivamente hacia el éxito. El hecho de errar y de decir un posible disparate puede poner de relieve nuestra ignorancia o falta de talento. El esfuerzo mental ha sido canalizado para profundizar presuroso, en busca del refugio seguro de la respuesta correcta o convencionalmente aceptable.

- Hay que tener en cuenta además, que cuando estamos envueltos en un proceso creador, permanecemos en una situación especialmente vulnerable: la creación es fruto y reflejo de toda la personalidad. No es extraño que sea tan sensible a la crítica, tanto ajena como propia.

Por ello, el temor al ridículo, a decir algo disparatado o extravagante, inhibe en muchos casos el potencial creativo. Por lo tanto, si pretendemos crear un entorno que facilite la creación, tenemos que cuidar el ambiente de forma especial, procurando que exista confianza, aceptación y reconocimiento de los logros. Volveremos a insistir en ello más adelante.

 

 

Ficha de trabajo 6.- «Creativograma».

Identifica un número importante de situaciones en tu vida, cuantas más y más variadas mejor. Reflexiona sobre cada una de ellas. Valora el grado en el que consideras, las realizas de forma creativa.

Para ayudarte a concretar, las hemos dividido en cinco áreas. Te ofrecemos algunos ejemplos.

Área A. Trabajo y ejercicio profesional. Contenido del trabajo, funciones principales, forma de llevarlo a cabo, ocasiones en que detectaste algún error que a los demás les había pasado desapercibido; actividades que hayas creado de tal forma que supongan un beneficio, procedimientos que hayas sido capaz de mejorar, cambiar, eliminar o enriquecer con tus aportaciones personales...

 

Área B. Analiza tus aficiones principales. Deportes: una jugada espontánea, una táctica propuesta que dio buenos resultados. Actividades artísticas y culturales: música, dibujo, pintura, escultura, artesanía. ¿Te limitas a reproducir modelos o introduces elementos originales? Bricolaje: los resultados además de calidad, ¿en qué medida son originales y estéticos? Viajes: ¿eliges tus itinerarios, sigues o te apartas de los más convencionales?

 

Área C. Tareas domésticas y cotidianas. Esas actividades que tenemos que hacer de forma habitual y algunas de las cuales nos resultan tediosas. Con frecuencia somos más creativos a la hora de evitarlas que de llevarlas a cabo: una receta de cocina original, una forma en que optimizaste el trabajo doméstico, una idea de ahorro, un cuento que tuviste que inventar para que tus hijos se durmieran de una vez, un arreglo doméstico...

 

Área D. Ámbito de relaciones afectivas. ¿Cómo es la relación con tus íntimos?, ¿se trata de una relación convencional?, ¿les sorprendes de vez en cuándo?, ¿planteas iniciativas?, ¿resuelves imaginativamente los problemas de relación?

 

Área E. Relaciones sociales. Comportamiento habitual con amigos y situaciones sociales formales: comidas de negocios, comunidades de vecinos, etc. ¿Te comportas con espontaneidad o tiendes a responder de forma encorsetada? Ideas ocurrentes (chiste, juego de palabras), llamadas de teléfono, cartas postales, correos electrónicos que han resultado ingeniosos a los demás, alternativas que has encontrado a la hora de establecer una negociación o de resolver diferencias entre puntos de vista...

Valórate en cada uno de los diferentes comportamientos: (1), mínimamente creativo, (7), muy creativo.

ÁREA

ASPECTO

1

2

3

4

5

6

7

A

B

C

D

E

 

¿Has recordado muchas ocasiones? Si es así... ¡enhorabuena! En caso contrario, no te desanimes. Es fácil que no recuerdes o no consideres una determinada realización como creativa. Pero eso no quiere decir que no la hayas tenido nunca. Las personas variamos en el reconocimiento de nuestras aportaciones. Lo importante es que hagas un esfuerzo por reconocerlas. Te aconsejamos que una vez hayas finalizado el manual y completado las diferentes fichas de trabajo, vuelvas a realizar el ejercicio. Probablemente tendrás una apreciación más positiva.

También puede ocurrir que hayas identificado algunas aportaciones en algunas áreas y por el contrario, no hayas sido capaz de encontrarlas en otras. En este caso, conviene preguntarse el porqué. Normalmente tiene que ver con el distinto interés que ponemos en la realización de unas actividades o bien, en el grado de competencia que consideramos (o los demás consideran) que tenemos, a la hora de ejecutar con acierto dichas tareas.

 

 

Kilómetro 7: El desatino del destino.

 

Cuida tus pensamientos porque se convierten en palabras. Cuida tus palabras porque se convierten en actos. Cuida tus actos porque se convierten en hábitos. Cuida tus hábitos porque se convierten en tu destino. Proverbio oriental

 

Recuerda alguna ocasión en que te has encontrado plenamente identificado con una actividad. ¿Conocías su sentido y la finalidad última?, ¿pudiste emplear tus propios métodos, tomar tus decisiones, hacerlo de la forma que mayor satisfacción y placer te producía? Seguro que en estas respuestas hay más de un sí.

Cuanto más te sientas “tu mismo”, aumentará tu compromiso, disfrute y predisposición para elaborar algo que sea realmente extensión y proyección tuya.

 

Que el miedo no te diluya en el medio.

No siempre es fácil tener claro cuando estamos actuando con autenticidad. Quizá sea ésto más fácilmente reconocible en nuestros comportamientos sociales. Pero... ¿Qué sucede en nuestras decisiones cotidianas y vitales?, ¿en qué dirección van esos pasos que damos en la vida?, ¿nos acercan o nos alejan de lo que realmente queremos hacer en nuestro plano personal, profesional o familiar?

Desde nuestra primera infancia nos vemos abocados a moldear nuestros instintos, deseos, tendencias y conductas de tal forma que sean admisibles dentro de las sociedades de las que formamos parte: familia, escuela, grupo de amigos, empresa, vecindario, municipio...

Este proceso es necesario para el correcto ajuste del individuo en la vida social. De cómo se comporte la sociedad con éste y de la manera que internalice y reaccione ante las normas, dependerá en gran parte su futuro vocacional, así como su mundo de vivencias y relaciones.

Con frecuencia nos vemos más condicionados por el entorno de lo que estamos dispuestos a admitir. Bien es cierto que en ocasiones, parece que acomodarnos a estas presiones es mera cuestión de supervivencia. O por lo menos, así lo percibimos. Por ejemplo: si en mi empresa está estipulado que todo el mundo vista con traje y yo no me siento bien, tengo dos opciones: plegarme al requerimiento, aún a costa de sentirme extraño o incómodo o, por el contrario, desafiar dicha norma.

Ambas decisiones entrañan un riesgo. En el segundo caso, éste es más visible. Pero la primera opción entraña un peligro más solapado, aunque no menos importante: las concesiones y transacciones que hacemos a costa de nuestra identidad abren la puerta a nuevos intercambios. Y quizás acabemos por “vender nuestra alma al diablo”. Podemos seguir la estrategia del perezoso y permanecer inmóviles para confundirnos con el árbol y evitar ser vistos por el jaguar. Pero acabaremos difuminándonos en el medio... Y generando sentimientos de malestar y minusvaloración personal.

El desempeñar roles alejados de nuestra forma de ser, de nuestros valores, ideales y propósitos tienen a la larga un coste muy elevado. Cada vez que intentamos adaptarnos y racionalizar estos hechos, probablemente estamos dando pasos que nos alejan de nuestro verdadero camino. Y cuando queramos darnos cuenta, quizás ya no veamos el sendero, tal vez ni siquiera sepamos dónde estamos.

Así, puedo pensar que debo seguir en este trabajo porque tengo que mantener a mi familia. Pero… ¿es realmente así? ¿O es que en realidad esta postura es más cómoda que buscar otras alternativas que me pudieran hacer sentir mejor aún cuando tuvieran un mayor coste o entrañaran determinados riesgos?

 

Tony Wheeler tenía una máxima: «si tu trabajo te impide viajar, deja tu trabajo». No sólo era una recomendación para terceros, sino que él mismo fue coherente con este planteamiento. Tras un viaje por Asia en compañía de su esposa Maureen, decidió cambiar una prometedora carrera profesional para dedicarse al noble oficio de viajero de bajo presupuesto. Para financiar sus viajes, escribieron su primera guía de viajes, Across Asia on the Cheap.

Así nació la editorial Lonely Planet, la cual es quizá la más famosa en el mundo en el segmento de guías de viajes. Y mientras dirigía Lonely Planet, el afortunado Tony, no ha parado de viajar...

 

¡“hierra”!, ¡“equibócate”!

El temor al fracaso nos impide arriesgarnos en muchas ocasiones fuera de los límites convencionales. El no dar con la respuesta correcta tiene aparejado una sanción por parte de los “otros de referencia” (padres, profesores, amigos, jefes o compañeros de trabajo, etc.) Pero por desgracia, no hace falta que estén presentes los demás. En un momento, ese discurso externo se internaliza y terminamos dando albergue a un poderoso censor que nos hace pagar cada fallo, pasando una elevada factura a nuestro propio concepto y estima.

Si analizamos el origen semántico de las palabras, quizás descubramos que éstas contienen algo aprovechable.

- El término “error” vendría de la misma raíz que “errar”; es decir, vagar sin rumbo fijo tras perder el camino hacia el propósito perseguido. A veces, en estos extravíos de la ruta inicial se encuentran cosas valiosas que nadie había visto hasta entonces, ya que no estaban en los itinerarios comúnmente transitados. Cristóbal Colón emprende un viaje basándose en cálculos erróneos y descubre un nuevo continente. En el campo de la ciencia, son numerosos los descubrimientos e inventos debidos a una deriva azarosa o a un fallo inicial en los cálculos, que fueron recogidos por alguien que tuvo la capacidad de reparar en que aquello, de alguna forma, podría conducir a buen puerto.

- Asimismo, el concepto “equivocación”, significaría etimológicamente tomar por iguales dos vocablos o conceptos que son diferentes. Como veremos más adelante, una de las piedras angulares de la creatividad consiste precisamente, en descubrir similitudes entre términos diversos.

En todo caso, muchas veces los errores y las equivocaciones son fuentes de aprendizaje y desarrollo. Si somos capaces de desactivar su carga emocional y de analizarlos racionalmente, descubriremos cómo nos pueden ayudar a mejorar. Y tal vez, ¡a conseguir sorprendentes descubrimientos!

 

En una ocasión, un editor asumió el reto de lanzar una publicación que estuviera totalmente libre de erratas. Después de reiteradas y concienzudas revisiones, se editó el libro. En la seguridad de que se había logrado tan ambicioso propósito, se remarcó este hecho en la contraportada, de la siguiente forma: «El presente libro no contiene ninguna erata».

 

Un lugar llamado destino.

Denominamos «locus of control» al lugar donde atribuimos los éxitos y fracasos que tenemos en la vida. Así, las personas con «locus interno» consideran que la mayor parte de lo que les acontece es en buena medida producto de sus decisiones y conductas. Por el contrario, aquellos que presentan un marcado «locus externo», piensan que la mayor parte de los acontecimientos y situaciones que viven, se deben a factores y circunstancias que quedan fuera de ellos mismos: las acciones de otros, la suerte, el destino...

Como en tantos otros casos, lo mejor es el virtuoso término medio: el considerar que somos responsables de todo lo que nos ocurre puede ser muy duro cuando vienen "mal dadas". Por el contrario, la segunda interpretación, aunque parezca salvaguardar el concepto y la estima personal, tiende a inhibir nuestros esfuerzos al juzgarlos ineficaces, generando una percepción de indefensión, la cual lleva aparejada sentimientos y estados emocionales nocivos.

El comportamiento creativo se ve favorecido por una percepción interna del control. En el análisis de la personalidad creadora, otro factor que destaca significativamente, es la alta confianza en las propias capacidades y acciones que demuestran los sujetos creadores, lo cual les ayuda a hacer frente a los múltiples obstáculos que con frecuencia aparecen en el trayecto que separa la génesis de la idea de la elaboración final de la obra.

 

Crear para crecer.

Estamos de acuerdo con el místico indio Osho, en su afirmación de que la vida no tiene sentido en si misma. Somos nosotros los que tenemos la misión de crear ese sentido. Esto nos otorga un papel activo y responsable en nuestra propia construcción. Y este proceso comienza con el asentamiento firme de las bases de nuestra propia identidad. Comenzando con plantearnos: ¿quién soy yo?

Arrastramos estas reflexiones a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, no siempre las analizamos detenidamente y con profundidad: ¿quiénes somos realmente?, ¿dónde queremos llegar?, ¿qué es lo realmente importante para nosotros?, ¿hasta que punto somos dueños de nuestro destino y en qué medida nos estamos dejando arrastrar por la corriente de los acontecimientos?, ¿nos lleva este río al lugar que queríamos o desemboca en un mar muerto?

Intenta conducir la perspectiva de los problemas hacia un locus interno. Puedes hacerlo en diferentes planos: personal (qué es lo que quiero ser) o interpersonal, (qué es lo que nuestro equipo, familia, quiere ser). Con ello evitarás que las situaciones y acontecimientos externos te conduzcan de forma inerte. Desactivarás así, esa difusa pero molesta ansiedad que nos ronda cuando tenemos la percepción de que las cosas no van en la dirección que queríamos, pero sin tener muy claro cual es la dirección correcta.

Empresas y organizaciones conceden cada vez más importancia a establecer sólidas bases de identidad y referencia para evitar estar a merced de las fluctuaciones y vicisitudes del entorno. Así, tras concienzudas reflexiones establecen visiones y misiones, líneas estratégicas y objetivos a largo y medio plazo.

¿Por qué no hacer el mismo esfuerzo en el terreno personal?, ¿te has preguntado cómo te gustaría verte al cabo de una serie de años, cómo querrías ser recordado al final de un ciclo?

 

Ficha de trabajo 7.A.- Analizando roles.

Valora el grado en que encaja cada rol que desempeñas con tu forma de ser real.

- Representa con una cruz aquellos papeles que desempeñas habitualmente: padre, madre, profesor, líder, jefe, hijo, hermano, consejero, etc. Los que realices más a menudo estarán más cercanos al círculo negro.

- A continuación, marca con un triángulo la distancia a la que te gustaría que estuviera de ese centro cada uno de los roles anteriores. Por ejemplo, si un rol que desempeñas muy a menudo te satisface, el triángulo estaría a la misma distancia o más próximo al círculo negro que la cruz. Por el contrario, si ese rol te sobrecarga o lo desempeñas con disgusto, el triángulo aparecería más distanciado del centro.[1]

Ficha 7A

[1] Ejemplo extraído del libro Psicodrama. Teoría y práctica de J. A. Ramírez.

 

 

Ficha de trabajo 7.B.- Puliendo el diamante.

Reflexiona: en el gráfico de la página siguiente vienen representados los siguientes aspectos:

O: Tus objetivos principales en la vida, aquello que consideras lo más valioso de alcanzar. Puedes establecer tres: ACP (a corto plazo, a un año vista), AMP (a medio plazo, 3 a 5 años) y ALP (a largo plazo, más de 5 años). En cada caso, puedes anotar uno o más de uno. Lo importante es que vayan en la misma línea.

A continuación, establece el diamante del desarrollo. Está formado por:

+A: valores y principios que consideras esenciales en tu vida y en torno a los cuales estableces unos ideales y referentes vitales.

 

-A: miedos, hábitos adquiridos que percibes como insanos, actitudes y comportamientos que consideras disonantes con «+A».

 

+B: aspectos de tu personalidad que consideras positivos, ya que reflejan realmente tus ideales y guardan consonancia con tus principios y valores («+A»); sirven para superar «-A» Maximizan «+C», minimizan «–C», encaminando tu vida en la dirección elegida («O»).

 

-B: aspectos personales, quizás condicionados por «-A», que te impiden vivir de forma coherente con «+A», maximizan «–C», dificultan «+C», y te distancian de «O».

 

+C: todo aquello que puede facilitar el camino hacia el ideal de vida: recursos propios, oportunidades con las que cuentas, ayudas de otros, etc.

 

-C: amenazas, riesgos y obstáculos previsibles en el camino, los cuales conviene identificar con tiempo, con el fin de determinar cómo podrán evitarse o hacer frente.

Ficha 7B

Kilómetro 8: Pensares que traen pesare.

Si usted piensa que puede o que no puede, siempre tiene razón. Henry Ford

 

Pensamientos destructivos.

El proceso creador tiene en muchas ocasiones, un gran componente de trabajo individual y solitario. En ese a veces penoso camino, debemos tener especial cuidado con unos salteadores habituales. Los pensamientos destructivos siempre están ahí, al acecho, esperando un momento de debilidad para atacarnos: minusvalorando nuestras propias capacidades, desvirtuando las intenciones de los demás o generando expectativas negativas sobre el futuro.

Estos pensamientos forman parte de un discurso interno que todos tenemos. La mayor parte de ellos no entraña ningún mal. Pero en ocasiones, se disparan los “pensamientos automáticos”, cogniciones a las que denominó así el psicólogo A. Beck, quien nos advirtió de su peligro potencial. Y es que dichos pensamientos no sólo llevan aparejados sentimientos y sensaciones de malestar, sino que suelen traducirse en comportamientos. Frecuentemente, en la dirección contraria a la deseada: pérdida de concentración, dudas, estancamiento en la toma de decisiones, merma en la calidad de nuestro trabajo o incluso, el abandono de aquellos proyectos que podrían proporcionarnos mayor satisfacción.

Detectarlos es el primer paso para vencerlos. De la lista de trece pensamientos aportada por Beck, hemos elegido los siete que suelen ser más comunes. Veámoslos:

- Filtraje selectivo: consiste en tomar los detalles negativos y magnificarlos, al mismo tiempo que no filtramos todos los aspectos positivos de la situación.

- Pensamiento polarizado. Consideramos que las cosas son blancas o negras, buenas o malas. O somos perfectos, o unos “perfectos desastres”. No existe el término medio.

- Generalización excesiva: extraemos conclusiones generales de simples incidentes o partes de la evidencia. Si ocurre algo malo en una ocasión, esperaremos que ocurra una y otra vez.

- Visión catastrofista: consecuencia en parte y extensión del anterior: al percibir un problema, obstáculo o riesgo, tenemos la sensación de que ocurrirá lo peor.

- Personalización: consiste en creer que todo lo que otras personas hacen o dicen es una forma de reacción ante nosotros. Nos comparamos con los demás, intentando determinar quién es mejor en diferentes aspectos.

- Razonamiento emocional: creencia en que lo que sentimos tiene que ser verdadero automáticamente.

- Los debería: son esos tiranos que nos hacen creer que tenemos que comportarnos siempre conforme a reglas y patrones de conducta estrictos e inflexibles: debería ser un compendio de generosidad, consideración, dignidad, coraje, altruismo, debería ser capaz de soportar cualquier evento negativo con entereza, debería ser capaz de encontrar una rápida solución ante un problema...

Estas ideas nos pueden asaltar en cualquier momento y además de hacernos sufrir, merman nuestra capacidad de concentración, nuestra ilusión y la confianza en nuestras propias realizaciones. No debemos dejar que nos derroten.

Comentamos anteriormente que el momento de la generación de ideas es especialmente sensible a la crítica, tanto propia como ajena. Advertimos también que, si bien es imprescindible una valoración que nos permita seleccionar, matizar y elaborar nuestras ideas, un juicio prematuro puede acabar con ellas, especialmente cuando están en su fase embrionaria. Por desgracia, este juicio se dispara la mayoría de las veces de forma casi automática, generando un discurso interno, frecuentemente nocivo para el proceso generador. Un buen número de elementos de dicho discurso fue identificado por Clark en 1958, quien recopiló una lista de frases que denominó “frases suicidas”. Veamos algunos ejemplos:

1.- Quizás no sea aplicable.

11.- No conozco lo suficiente del tema.

2.- Quizás no funcione.

12.- Quizás no sea importante para…

3.- Parece demasiado loco.

13.- Quizás no tenga que ver con…

4.- Puede parecer demasiado arriesgado.

14.- No es éste el momento…

5.- No seré capaz de darle forma.

15.- Será muy difícil desarrollar esta idea.

6.- Quizás lleve mucho tiempo.

16.- Esto no resuelve el problema.

7.- Quizás no les va a gustar.

17.- Es demasiado bonito para que funcione.

8.- Parece demasiado excéntrico.

18.- Seguro que es como la otra vez…

9.- Llevará mucho tiempo.

19.- Será muy caro.

10.- Supongo que ya se le habrá ocurrido a alguien.

20.- Esta idea no me entusiasma mucho, pero…

Selección de frases suicidas de la lista propuesta por Clark.

 

Ficha de trabajo 8.A.- Detectando pensamientos automáticos.

La mejor forma de luchar contra ellos es hacerles un seguimiento a lo largo de un período continuo de tiempo. Te ofrecemos unas pautas para su registro. Aconsejamos que el punto 1 y 2 sea anotado lo más cercano posible al momento en que te asaltó. El punto 3, 4 y especialmente el 5, debes anotarlos en un momento en que dispongas de mayor tranquilidad. Por ejemplo, antes de dormir.

Ficha 8

Ficha de trabajo 8.B.- A la caza de ideas suicidas.

Cada vez que te asalte una idea de este tipo, anótala. Agótala escribiendo todo su contenido. Entonces, escribe su contrario.

Ficha 8 B

 

 

Mapa conceptual segunda jornada: “Entumismísate".

Entumismísate

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