Vertidos domiciliarios y asimilables

En el tema que trataba sobre el consumo domiciliario de agua, se vio la importancia del impacto que sobre el medio hídrico genera las actividades más cotidianas para el hombre. Ahora toca decir que para promover el adecuado uso del recurso es importante cuidar la calidad de las aguas en sus cursos naturales, minimizando el vertido de sustancias tóxicas en los usos domésticos y asimilables (principalmente en el sector servicios: hoteles, oficinas, etc.).

Desde el punto de vista de la prevención, algunos consejos interesantes pueden ser:

  • Evitar siempre que sea posible, utilizar productos tóxicos o peligrosos, guiándose por el criterio de máxima inocuidad. Los detergentes son una fuente importante de contaminación, por lo que se deben seleccionar en la medida de lo posible los más naturales, aquellos que no tienen fosfatos, o sustituirlos por productos como el limón para limpiar metales o el vinagre para eliminar la cal. En el caso de las empresas, en muchas ocasiones esto queda encomendado al buen criterio de su gestor ambiental, pues algunos proveedores eligen con que productos trabajan (como los servicios de limpieza) y habrá que saber cuales usan antes de contratar sus servicios.
  • Utilizar agua sólo dónde y cuando sea necesario, sobre todo hay que poner especial atención en la refrigeración, donde se puede evitar su uso en muchas ocasiones.
  • En la cocina cabe tener siempre en cuenta que las grasas y aceites dificultan la depuración de las aguas residuales, por lo que es importante minimizar la cantidad de estas sustancias que acaban en el desagüe.

 

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  • Minimizar el consumo de líquidos donde sea posible, estableciendo para ellos sistemas de medida precisa en la dosis o dispensadores que permitan a las personas usar solamente aquella cantidad de fluido que necesiten. Un ejemplo de esto son los inodoros con cisternas de doble pulso, donde el botón pequeño realiza media descarga (en caso de aguas menores) y el grande realiza la descarga completa (en caso de aguas mayores).
  • Reducir al máximo la distancia de transporte de líquidos, ya sea eligiendo proveedores más cercanos, usando productos alternativos, agrupando ciertas fases productivas, etc.

Si las medidas preventivas no funcionan y el vertido llega a producirse, habrá que intentar evitar o minimizar el impacto:

  • Impermeabilizando la superficie de trabajo para evitar que los posibles derrames entren en contacto con el sustrato.
  • Disponiendo material secante suficiente en aquellos lugares donde puedan producirse pequeños vertidos contaminantes.
  • Instalando sistemas de recogida de derrames si estos pueden llegar a tener un volumen importante.
  • Prever balsas de evaporación para almacenar efluentes contaminados y gestionarlos como residuos sólidos una vez secos.

Mención especial merece aquí la depuración, aunque para muchos pequeños y medianos negocios el tratamiento de aguas residuales es algo que queda fuera de su responsabilidad, al estar autorizados para verter a la red de saneamiento municipal y pagar las correspondientes tasas públicas, existen otros negocios que realizan vertidos como consecuencia lógica de su actividad y que deben tratar los efluentes producidos para eliminar, en la medida de lo posible, los contaminantes que contienen antes de que acaben en el medio receptor. En muchos países existe una amplia legislación en este sentido, en otros no hay directamente tantas restricciones, pero cuando un vertido peligroso afecta a otro Estado o a un paraje natural reconocido internacionalmente, todos los gobiernos se han mostrado inflexibles con las organizaciones que lo provocaron.

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